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Monolito.

Paso las fotos nuevamente porque son el monolito intacto que sobreviene a los años, y hoy soy uno que ve aquellos días como si hubiera sido el real yo, y el de ahora un bronce oxidado a verde que se impone sobre las ruinas de una ciudad que alguna vez caminé y a veces olvido. Una Estatua de la Libertad con los conceptos de libertad cambiados, o "adaptados", así a esta ley de la selección natural y de la dinámica y de la paciencia. Ya curé ese miedo al mundo y lo sellé con apetito, de modo tal que apenas llega el miedo se retrae por su mismo miedo a ser devorado. El miedo del miedo. Y es que a veces no entiendo por qué me las ingenio para fijar razones incompletas que hacen que no pueda moverme de acá, con las inmensas ganas que tengo de moverme hacia allá. Me calmo en las noches del capricho de la imposibilidad con la idea de que sólo conocí lo bueno y que me faltaron manillas en el reloj para llegar a encontrar el caos, el alma, cuerpo y tormenta de los tejados y el hi

Hay relojes.

Camino, hay relojes. Canto, hay relojes. Corro las cortinas, hay relojes. Me miro en la cerámica que distorsiona, hay relojes. Cierro los ojos, hay relojes. La eternidad acunada del péndulo en el cuadrante que viaja de Bahía Blanca a Temuco, pero en el micromundo del tiempo que va, que viene, va, viene, va, viene. Constante, hasta morir. Y aún ya muerto el inquilino, el que se hamaca sigue abanicando en soledad, terco, viendo como los días secan el algarrobo y le dejan el tiñe naranja tradicional. Pero volviendo a esto de cerrar los ojos y ver relojes, escucharlos masticar hambrientos, como si fueran el telón orquestal de una vida.  Vivimos entre relojes, y vivimos todo lo que ellos imperan. Por cada persona que nace a cada segundo se fabrica el doble de relojes, y sí, qué locura pensar que vamos a tener que mudarnos a otro planeta por quedarnos sin espacio. Una verdadera invasión... ¡DE RELOJES!

Quisiera.

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Si te vas a desarmar así, esperá que ponga mis brazos en tu cintura y trate de juntar las piezas. Las miradas en los extremos de un puente milimétrico y el río tibio, por debajo, a cada respiración un cauce mayor hasta casi ahogarnos de aliento. Qué tanto me dicen tus ojos esta noche, que nunca los vi tan lunares, pero hablando más que tu boca y acaso más honestos. Quisiera veas el mundo de la forma en la que yo lo veo hoy, tan lleno de vida, tan lleno de la emoción matinal de caminar del lado de los que la pelean. Quisiera veas el mundo para ser más increíble, vos y el mundo, amando y amando hasta morir. Quisiera me veas a mí en ese mundo. Quisiera me veas a mí en nuestro mundo, dejando de hibernar la angustia y saliendo a ser la única vos, otra vez con tu voz. Regando el jardín de gente infinito, en un viaje hacia la luz. "Extiende tus alas y encara hacia el mar, solo el cielo te acompañará, y es que no habrá un destino incierto, ni habrá distancia que pueda alejar

Supersónicanoche.

Enhebrando la mañana al sol, dirás al fin llegó pero no, cruzás al mediodía estas nubes, almenando el celeste fugaz. Y el mármol está frío querida, como apoyando la cara en un cristal, y se va empañando la piedra blanca, oh, si pudiera dibujarte la forma en la que extrañamos los hombres. Te olvidaste de patear la silla y bien reíste, la ejecución se terminó, masticando la tierra nos observó un dios, asustado dios solar que vio el fin de un hombre. ¿Cómo poder hablarte en la supersónica noche? Si ahora estás y ayer no sé, me dijeron duende buscá en tu interior, pero con las manos no se limpia la sangre, no. Nena, tu interior tan sucio hoy, que pensás que tenés y no, porque sos cerradura sin llave y no ves, la llave la tenés vos. Soy yo en dios por no ser humano, una ovación de pie me espera en el olimpo Maga, y floté, la pócima de Dionisio tiene ese efecto de emulsión. Contra la pared un beso otra vez, el refugio de la tarde con perfume de azahar, blanco

Algo nuevo.

Era como si despacio se posara ese granito de luz en el fondo marino de tu iris, en esa parte de tus ojos el oscuro se anaranjaba e iluminaba lo que quedaba por encima, un degradé hermoso, un microfuego inextinguible, luminiscencia que me obligó a juntar los párpados, pero antes de hacerlo te la vi esbozar, ya no me la voy a olvidar... después de tanto tiempo... Amiga de los fríos,  trizando el hielo que me separa hoy de vos, con templado aliento, pero yendo en otra dirección, resquebrajando el escudo, que no me deja ser eterno, te dejo cuando empiezo a ser, al fin empiezo a ser...  algo nuevo.

A vos.

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Por fin rompiste la estática y te ofreciste por completo a la metamorfosis anecdótica de los tiempos que vas a ser. Te conocí entera cuando ya creía haberte conocido antes, y tengo que aceptar, me sorprendió la inmediatez en la cual apareciste. Una vez recuerdo haber escrito algo de un mundo que se hacía muy chiquito, casi limitado a las paredes de un cuarto que alguna vez había sido mío. Pues esa realidad, en ese exacto momento, no era mía. Tampoco tuya. No era de nadie. Porque los mundos en donde no hay certeza y solo hay humo son tóxicos. Estos mundos que uno cree conquistar y no van más allá de las ilusiones ópticas de la sustancia psíquica adictiva en la que se presenta el amor, pero no el amor amor, sino el amor que duele, el amor político de las promesas no cumplidas y las palabras poéticas que distan de perpetuar más allá del día y la neurosis momentánea. De creer con firmeza casi ciega que todo es parte de un plan maestro del destino para juntar a dos almas que en realidad se

Under cover of darkness.

Mirá. Sentí. Somos niños del futuro y ya no hay necesidad de erradicar. Nada. Nadá. Que son simples cenizas que el viento se encarga de llevar. Tomaste mi mano y saltamos los dos. Y no nos perdimos en el abismo, ni nos venció el vértigo. Ahora en el fondo de todo nos miramos otra vez. De cerca. ¿Cómo es que me volaron otras primaveras? Que no fueron más que invierno. Si vos estás, siempre. Lo importante. Te he tenido, siempre. ¡Y ahora te veo! ¿Por qué te empujé tan lejos? Estos días no he sido yo. Pero me encontré nuevamente en vos. Y ya no pienso. Más que en esta fusión torbellino de palabras. Que se disfrazan de las que realmente quiero decir. Lo demás, no tiene sentido. Ahora, sos lo único real para mí.

Llano.

Mi bestia se hizo alma, se guardó en la cueva bajo la lluvia para no volver a salir. La piedra vibra del miedo, y vos, tu boca, cianótica, azul huida de gotas que se esconden bajo el alféizar como una estampida gélida que aborrece derretir. Las sombras del vals húmedo quedaron grabadas en la pintura fresca de las paredes, impregnadas, hasta el final del día. Yo en ese mundo de vos al resguardo cálido del algodón te vi mirar hacia el patio, con lágrimas y trémulos labios. No te puedo explicar el punto negro, final, imborrable, adentro de mí que punzaba lento y sádico. Pero la bestia se hizo alma otra vez, después de tantos días iracunda esperando una caída. Se escondió en la cueva, y volvió en mí lo "yo". Entonces te pregunté: - ¿Sos siempre así después del sexo? A veces me da un pavor terrible tocarte, esperando el inevitable desarme.  - No lo puedo evitar. Tampoco es que sea un roble.  - Mmm... No te conozco de otra forma. Pero, ¿Por qué? - ¿Por qué no me conocés de

Adiós.

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"Dios Guardián Cristalino de guitarras, que ahora más tristes penden y esperan, de tus manos la palabra. Precipitándome a lo insondable, tus caricias me despiertan a la vez, en un mundo diferente al de recién. Tu luz es muy fuerte, es iridiscente y altamente psicodélica. Te encuentro cuando el sol abre una hendija, que genera notas sobre la pared sombreada, y suena tu música en la pantalla. Sos el ángel inquieto, que sobrevuela la Ciudad de la Furia. Comprendemos todo, tu voz nos advierte la verdad, tu voz más linda que nunca. De Luis Alberto Spinetta para Gustavo Cerati" Tu partida no es más que el comienzo de esta cuenta regresiva, que, insostenible, llegará finalmente.  El mundo hoy perdió un color.

----- Parte 6 -----

Pocas veces hice algo semejante en mi vida. No recuerdo jamás haber sido tan fácil de auto-convencerme para flotar en un posible abismo, del que sabía que muy difícilmente pudiera salir. Pues una vez que las cosas se hacen, no pueden meterse de nuevo en forma de idea. Pasan a ser parte del aire, y de los oídos, y de las otras acciones influenciadas. Aunque no lo enfoco mucho por ese lado, sabía muy bien que eso se aplicaba a las palabras y a los discursos. ¿Pero a los hechos? Sin embargo la carta estaba ahí, y estaba abierta en mis manos. Abrir una carta es abrir una puerta al mundo de alguien más, se convierte entonces en una alianza inquebrantable. Con eso ella me regaló tiempo, el tiempo justo que tardó en sentarse a escribirla e ir hasta la puerta de mi departamento a dejarla virar a la suerte. No podía descartar eso, y últimamente que alguien regale su tiempo es algo verdaderamente invaluable. ¿Cómo podía, en ese caso, dejar de asistir al encuentro? Sólo si fuese una de esas perso

Nexo.

Hice el intento nueve veces de detenerme sabiendo adonde me iba a destapar el impulso literal pero lo dije igual, porque así funcionás vos. Qué simbiosis extraña la de la noche y ese canto extraño que muere en alas de blanco cisne.  Decís que Agosto deja mucho que desear cuando florecen los almendros porque es como si te reflejara qué tan hecha piel está la mancha solitaria, el frío de las ramas que no son almendro, y éste como único que da la flor. Se anticipa, porque mañana será mejor, sí será. Como todo lo que es para ser por siempre. Me transformé para denudar la última senil sonrisa. Todos los sábados a una cierta hora viene este que no soy yo a mostrarme como podría ser si encontrara la forma de volar de nuevo sin piolín. Y nadie entiende amor, nadie entiende. Pero nada puedo hacer en la hora del MUTE impenetrable, más que recordarte.

Yesca.

Me enamoré de vos por la fragilidad con la que mirás este páramo olvidado, desintegrándote, rumiando la insatisfacción. Me enamoré de vos porque recuerdo los andamios del pobre pozo que sostenía la verdad, esa cuando te conocí. No querías contarme. Por miedo no sé. Por miedo. Pero fue luz y sí, una vez que me la dijiste, explotó el mundo con nosotros dos. Y fue hermoso querida, fue hermoso. Es una constante explosión tocarte cuando te ponés el entero de piel de gallina, y sacás el crémant de Bourgogne helado como un glaciar. Y sabés que no voy a parar, que esta noche no hay frenos si me pintás el camino. Cuestión de poder no me liberás, del orden de lo esclavo soy, de vos querida cáscara de lima, mujer monumento, niña de dibujos y sombras. “…Entiendo que tu amor, transpone todo refugio, quema todo y sin armas. Ven a verme y al ver verás, yo con mi cuerpo te cubriré, no importa que abandones, lo que ya no resulta, todo dura un instante, es mejor ser e

Como cuando éramos fracciones.

Seguimiento del son, la sal y la dual sacudida de las olas. Abrí los ojos y tratá de distinguir el borroso fondo, verdoso, borroso fondo. Del mar, esta luz, que se fracciona sobre la superficie. Estoy intentando que no me arrastre la inmensidad hasta profundidades que nadie ha visto. Ni yo. Marea cerebral.  Impactos. Necesito ser de vos mi piel, otra vez, y hacerla propia.  No te la lleves.  Que una vez fue mi historia. La violás. Me dejás sin mi historia.  Pero no importa, la herida no arde. No importa, es la que es tuya la que yo quiero.  O fue. ¿Me la das? Aunque no, dejame apoyarme cansado en tus hombros resbaladizos. Que volver a verte después de tanta tormenta es un dormido fogón. Nazcamos lejos mi amor, lejos. Otra vez. Como cuando éramos fracciones.

El dado por fin quedó en el 6.

Porque salto y no duele. Se esconde lo tenue y se cubre de fuego. Y nunca el mismo miedo gigante a tomar un poco de vida y hacer de este espectro una sola luz, la que hoy descansa en haces sobre tu pelo y mi corroído regazo.  El tiempo, y la tarde, y el paso inmensurable de estas sensaciones que me hacen hablarte del día que me has hecho ver. Entre silencios. Cálculos de la mera cinética de no hacer nada y mirarnos, solo mirarnos.  Si es que solamente me mostrás lo que no quiero ver y aún así me hace volar, este sentimiento. Necesitaba tanto esto de volar que ahora he perdido mis pies. Tengo miedo de no volver a ser yo luego de este momento. Aunque no sé qué vas a hacer de mí, me hacés bien. Al parecer, es esto lo que uno siente...  Cuando se hace piel, y converger, más allá del velo transluciente de la multitud. Al parecer, esto es lo que se siente. Y hoy lo sé. ASÍ QUE, VOS HABLAME DE SER FELIZ
Trizada me mirás, sos neblina que se difumina en un aleteo palpebral, y te envolvés con el manto oscuro nocturno para que los demás no te vean lanzar la última llamarada. Rendición precoz, voluntad de azafrán que miente para decir la verdad.  ¿Por qué es que pensás que en tu mundo hay mundos que yo no entiendo? Tu resiliencia es puramente virtual. Sé que sabés que en algún momento vamos a quedar los dos espalda con espalda mirando hacia las salidas opuestas de un túnel cerrado. Y ahí vas a saber mejor que nadie lo importante que es saber frenar, y mirarte en los espejos rotos del sueño, porque yo estoy inevitablemente en vos y no pienso salir. No al menos hasta que brote de algún lado de tu cuerpo algo humano.

Mil veces.

Esta vez fue más intenso, y más rápido. Esta vez fue infecciosamente más contundente y preciso. Esta vez me repetiste el himno perdido y roto de los días que prefieren regresar. Como cuando uno se despide de su tierra con la promesa de que volverá para ver crecer nenúfares donde solía frecuentar la aridez. Y SOMOS SUEÑOS. Fuimos entes despiertos que en algún impulso se echaron a dormir, para ver lo que se sentía ser parte de una naturaleza inversa, poblada de cruzadas mentales y cuentos sin final. A veces siento que escribo con la imprecisión de un niño pateando por primera vez una pelota. Sin embargo, no existe sentimiento de fracaso en absoluto, pues la pelota ya se pateó y a partir de entonces sólo queda ser un niño más, un niño que entró en el grupo de "Los que patearon la pelota por primera vez". Luego me decís que todo es una farsa y que la modestia no coincide con mi espíritu per sé. Y yo me río veinte veces y te repito que tenés una puntería infernal para sab

Veías volar pájaros.

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El segundo café de una serie interminable de horas, que sabés que a medida que transcurren el río del tiempo van neutralizando su efecto para llegar, titubeantes, a envolverme de nuevo a mí. Soltás el humo que se mezcla con el naranja y el bordó de la tarde.  Sé que los años pasaron y te llenaron de preguntas.  Sé que esperaste al final de la brumosa encrucijada.  Y que en parte el error fue mío por dejar pasar así el tiempo navegando mares en barcos que no llegaban a ningún lado. Hoy me cuesta entender cómo es que no te conocí antes, sólo un poco antes, de que el mundo en sí explotara en mil pedazos y se hiciera chiquito. Muy chiquito. Cómo no te conocí antes de que cambiara para siempre mi forma de ver la vida, la forma de escuchar las canciones, la forma de recordar, la forma de mirar y encontrar en tus ojos más que un humor acuoso de secretos, la forma de sentir que indefectiblemente hay caminos que se encuentran en algún punto para no borrar su huella al final de todos los ti

Si está y no está.

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Superfluo mundo el que hoy pensás mientras te engrasás los labios con ese rojo destructor que tiñe tu anular. A medida que tus pulsaciones te llenan la saliva de gusto a hierro esparcís los colores con detenimiento, abrís y cerrás la boca, apretás los labios. Sabés qué tan frágil te encuentran las noches de estos últimos meses pero aún así no te importa. Hoy vas con el trémulo saber del asesino, dispuesta a todo por un poco de conmiseración salvaje. Pero las horas pasan y aunque son muchos kilómetros los que has dejado atrás y muchas pieles que el frío te ha hecho mudar el mundo no se detiene por tu presencia, por tu impacto. La noche sigue, y las almas indómitas nacen de la base castigadora e inevitable de que por las mañanas vuelven a domesticarse. Un arrebato cancerígeno sin perdón alguno que te quiebra lentamente la voluntad. Y ya es sólo ese humo multicolor el que te lleva adonde yo te espero. - Vos sos una visión patética. - ¿Querés que me vaya? - No, quedate. Pero decime qué

Celofán.

… y como si fuera poco las palabras han ido tatuándose a sí mismas este hábito invernal de descongelarse. Es este charco de lo que ya no va a regresar donde vi con nitidez insoslayable tu reflejo. Siempre sos para mí lo que alguna crisis de estupidez me deja de anécdota. Un prurito remoto, alérgico, con dientes de permanencia y ojos cansados. Un recuerdo doloroso que no se alcanzó a formar y vaga por jardines nerviosos buscando calidez.  Un vacío lleno de mil vacíos, resonando en ecos secos que matan por ser canción.  ¿Que tenés para ofrecer más que esta verdad hecha de papel celofán, que colorea la luz en la que ahora te veo total y plenamente desvanecida? La piel cobriza que se quiebra y se encurva, se mezcla, se abrillanta, se seca, se convierte en una obra esencial, un elixir amargo y mortal que simula ser vital.  Bebo para morir una y otra vez buscando calmar una sed que no me deja pensar.  Y hoy, indefectiblemente hoy, muero porque si muero al beber de vos, la muerte

New.

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Tengo el sol para mí. Y mañanas de no saber. ¿Qué más que esta vida del instante puedo querer? Y te tengo a vos. La nueva vos. La que esperé. Estas quizás sean ahora tus canciones. https://www.youtube.com/watch?v=zv-wH0hLPD4

Te fuiste por esos mundos.

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Aparecés en mis días azorada, como la última despedida que reverbera por miedo a concretar su final. Mecés intranquila tu dorada tez y lo predecís, no te puedo decir ya algo que no sepas. Es un dolor que escarba temores, y se hace más intolerable en los meses previos al invierno. Es una desintoxicación. Es mi matter abstinencia auto-sentenciando (me) hacia el olvido. Estás marcada, ya sos feliz. La confluencia de factores hoy se abrazan y te muestran la gracia de haber pasado tu vida abocada hacia la libertad. Lo conseguiste. Ahora que sea interminable tu marcha y que el mundo le quede muy chico a tu corazón.  Que el mosaico sea hermoso y sea todo tuyo.  "...El sol se metió en su gruta, los mares se hunden mojados, yo soy un nervio de atados, un llanto largo y profundo. No sé por qué me confundo, con tus amores cansados. ... Que al fin la mala fortuna, se vaya a dormir un rato, se quite traje y zapatos, se olvide de mi existencia. Que yo frente a su senten
Creo que te estoy construyendo con mis propios recuerdos. Hago la carcasa de memoria endurecida y la relleno con imágenes distorsionadas para que creas que son de verdad. Trastocando el despertar de una idea nociva para llevarte, como la marea, hasta lo más profundo de un ser que ahora soy yo. Si hoy te cansa un poco esto de que hablemos con simbología cifrada es porque tengo que confesarte que verdaderamente no quiero divertirte. Aunque ya no me hace falta taparme con más enigmas para causar en vos una impresión certera, es como que tengo la necesidad. Es como bailar en esta multitud frustrada que me choca los brazos al caminar. Entre tanta simplicidad no se encuentra más de lo mismo. Y no quiero divertirte. Quiero soprenderte. Quiero sacarte el aire. Quiero dejarte muda. Quiero distinción. En tu vida. En vos. La flor de loto en un estanque inmundo. Quiero la belleza en la suciedad. Quiero hacerte el amor, repetidas veces. Entonces quiero dependencia corporal. Entonces q

Lo escribí anoche en tu cintura.

Máxima altitud. Que siempre hay vos en lo que digo. Umbral de quietud entumeciendo el soñar. Despertar entrelazado de satén. Guitarra resuena y llora. Hoy no te veo beber el néctar. Somos señal pulsátil. Intermitencia feroz. Somos años. ¿Cuál es el rincón que escondes? Trozo de sol vencido al nublar. Alto vas, cometa del viento. Alto vas, lloviendo sin cielo. Alto vas, con alas de mimbre. Lejos de nubes y de la voz. ¡Que no calla! No, no, no, no. No quiero que te llames al silencio. ¿No ves que desespero, por un segundo más con vos? Sexo. Mujer monumento. Timidez. Calor húmedo empapa el lecho. No me alcanzan los ojos para mirar. Todo lo que quiero. Está en tu piel. Escarbo más adentro. Hasta donde llega la tristeza y la soledad. Y a contraluz lo vi. En las sombras. Cómo era tu pasado. Salía de tu cuerpo. Y fuiste sólo mía. Sí, te digo la verdad. Fue tu hora más prohibida. ¡No te desanimaste! No. Ya soy vos. Qué lindo es estar, donde tengo que estar

Gitana.

Te vi en este espacio que hice yo, zapateando fuera de vos y diciendo en un acento arrastrado la última palabra que escuchaste. Girás y es como si los haces de luz de arriba cayeran decididos a pasarte sus manos indivisibles por la cintura, la barbilla, tus dedos estirándose con tus brazos, tu entrepierna, todo danzando en una coreografía circular ingeniada por las espirales de tu pollera.  La mitad de Almería me rodea en este preciso momento. ¡Qué Junio para recordar! A sorbos de cerveza caliente, en pulperías de esquinas lúgubres de lugares a los que los caballeros suelen ir a sufrir la metamorfosis más porcina. Y terminar intentando bailar al grito de castañuelas afónicas y voces punzantes que sólo saben cantar de melancolía.  No tuve a quién llevar pero tengo a quién traer, porque antes de tus amarronados guijarros yo sólo me arrastraba por la errante marea. Desde el momento que escuché el primer flamenco mis pies pesaron miles de súplicas de detenerme un tiempo indeterminado

La respuesta que siempre tendría que haberte dado.

Creo que así fue, que el duende que se arropa al abrigo de la consciencia ayer se calló. Se calló por largas horas dejándome al desnudo de la penumbra nubosa de un sábado común. Tuve que elaborar un mapeo existencial porque de lo contrario el silencio me volvería loco. Miré a mi alrededor y caí en la cuenta que hacía mucho tiempo que había perdido todo aquello que era mío. Tantas veces me vi al espejo sin mirar. Será que prefiero quedarme con la imagen del que solía ser. Tanta tierra echada encima de lágrimas que formaban barro tibio. Un barro perfecto que me escondía. Pero sólo ayer, sin el duende, comencé a recordar todo lo que siempre reclamé de mi propiedad y fue cuando caí en la cuenta; en la dolorosa y punzante cuenta, de que no hay nada de nadie sino todo del tiempo. Ese todo en el que los tipos como yo que piensan mucho ven a los demás concretarse. "Oh sí, qué autosuficiente sos". Me abracé a la posibilidad de que la gente se sentía obnubilada por la independencia
Traté de pintar algo que engalardonara la circunstancia, pero la mancha negra amorfa volvía a los papeles nuevos y limpios, desparramada a lo ancho del blanco luminoso. Esperaba que llovieran los colores de mi cielo cerebral, los mismos que llovieron ayer para que simularan el retrato de algo de verdad. Quizás originado por el nudo esofágico de un estrés citadino.  Me quedé lo que dura un siglo grabando en mi memoria cada uno de tus contornos, con la excusa de que si no lo hacía podría llegar a olvidarme de vos. Pero aunque sabías que eso no era más que un paupérrimo intento de sofocar mi inexperiencia con altanera pretensión de observador culto, te quedaste mirando al punto que te señalé, sin decir una palabra. A ese punto en donde el sol se encaprichaba con tu costado derecho. Está bien, tengo que aceptar que algo tengo con los costados, pero no sólo los de los cuerpos, sino también con esos pocos milímetros en los que el cristalino de los ojos hace transparencia con la invasión d

Aeropuerto lagrimal.

Cava, siembra, ríe y sol. Me das versos sin luz, y esperás que los pinte, de la sien brilla el rojo, de la boca el bordó. ¿Qué pseudolibertad enturbia la fe? Si es así y yo un frasco lleno que cree, te cree, se cree a sí mismo y perece, sin tiempo, sin cadenas, sin mensajes en botellas ni en manos de mujer. Pero qué veleta más hermosa la de hoy, que se deja volar hasta una infinidad gestual, silenciame con más silencio si te animás, porque no de dos siempre se hace uno, a veces uno es uno y otras veces sólo azar. Más si tendrás ganas de hablarme de nosotros, esta veleta no se va a oxidar, porque está en el techo inalcanzable, a no ser que sepas aterrizar por encima, no vas a llegar. Viajé al techo barroco al reparo de un burdel, de París o de tres cigarros y noche perdida, glamour siniestro de esperar ese té, que esperan los que saben que el riesgo es mayor, pero corren y lanzan. Lanzan... la carnada. El acorde perfecto del a

Atalaya.

Han tapado el rumor de las olas con una almohada gigante e indivisible. No hay forma de que esté pasando desapercibido para vos si no fuera así. Yo la veo, es una almohada con forma de niebla. Hay salados y roncos gritos de un arrecife gris quejándose por ser golpeado por el agua fría. No sólo el arrecife está gris, y en esto hago incapié porque sos de esas personas que ante el mar no pierden la oportunidad de empaparse con sus colores. Pero yo sé, algo ha cambiado en tu forma de ver el mundo. Es como si hubieras corrido una luz que de verdad te hacía ver increíblemente sublime, sólo porque te molestaba su halo. Y espero que si alguna vez te enteras por algún medio que vi absolutamente toda la escena no pienses que soy un tarado haciéndome la pregunta más retórica de los siglos: - ¿En qué estás pensando? Como si no supiera, como si no intuyera, que todo lo que te preguntás no tiene respuesta alguna y que siempre vas a llevar la incógnita hasta que sea completamente ridícula y pase
Tus añoranzas eran motas luminosas que se desprendían de tu frente y como luciérnagas se extendían por todo mi prado de expectativas. Iluminando los rincones de lo oculto. Todo lo que te decía lo malinterpretaba tu soledad, hasta que te hablé de los colores del mundo. Ahí fue como si te despertaras de un sueño opiáceo, sin aguantarte la sed fijaste tu mirada y esperaste más. Volví a decirte que era increíble cómo el mundo se iba pintando de a poco. Seguías esperando que concluyera. Luego te dije que los cambios no eran monocromáticos. El cambio es un estambre de colores y contrastes en un fuego incesante de oportunidades. Algo de todo eso te iluminó la cara. Tomaste una piedra y la paseaste entre los dedos. Volviste a dirigirme los ojos, con una ternura que te alejaba de la frívola entidad que yo conocía en vos. -           ¿Sabés qué no me cierra? -           Decime. -           Esto de la paciencia. Esto de que siempre que quieras de verdad hacer algo loco te pidan que esperes

Dual.

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Hoy volví a pasarte de largo. Sí, es intencional. Tan intencional que el mero silencio tira la moneda y cae del lado de la sospecha. Y sólo ahí te veo, o sólo ahí te quiero ver. En un truco miope del azar y lo poco que se puede hacer con un espejismo. Yo no sé por qué uno sigue tirando las fichas a la leña sabiendo de antemano que se van a derretir. Pero soy experto en perseverar, y más cuando se trata de lugares en donde jamás te imaginarías aparecer. Como mi cabeza, que hoy está dual.  Que hoy está como que te extraña y como que no te quiere ver.  Cuadrado blanco, cuadrado negro, cuadrado blanco, cuadrado negro... ¿Qué palestra vas a inaugurar esta vez para arrastrarme por la arena? Río y sangro. Levanto la cabeza y sangro. Te amo y sangro. Arrastrame del cansancio hasta tu cama. Desvestime. Derrotame un millón de veces más. Quitame las sábanas de encima y cubrime con vos. Con tus cortes y cicatrices. Mezclémonos para ser no más que esta masa corporalmente patética de t

Blanco.

Siempre vas a abrirte y volver a armarte, cual enfermizo Prometeo, siendo quizás yo el águila. Púrpura neblina cayendo de tu vientre a cada picotazo. Y en mis manos un señuelo se transformó en flor, una rosa de esas que hablan y que habitan en el B 612. Y luego de que depuraras todo el dolor avioletado de seguir viendo cómo te lastimaba la planté en ese pequeño hueco en tu piel. Tu carne se curó sin dejar cicatriz, y yo prometí volver mañana. La desenterraba, la besaba, la hería, la enterraba y la tapaba. Siempre, todos los días. Menos los días de lluvia, claro. Porque el agua golpeaba violenta en la ventana como tu testarudez. Y esa semana llovió cuatro días seguidos. Añoré mi rosa, y tu vientre, y tu neblina de padecimiento.  Dejó de llover. El miedo no se va sin antes doler un poco, amor, no se va. Pero yo siempre voy a estar acá para curarte. Y en cada curación el dolor se convertirá en placer, ese placer originado por la idea de que el mañana será mejor. Te encierro en esta ll

Ribera sideral.

Río hoy no me cubres, dreno la simpleza de esperar, aunque tus aguas son dulces mareos, las ganas no son más. Me dejé llevar por la corriente, y encallé en un trizado retrato, días cuando no eras nebulosa, sonrisa de artefacto. Hablá de más, que me gusta oírte chocar las piedras, arterias acuáticas irrigan en mí, hasta un nido de almas. Río sideral que surca la noche, ¿Qué estrellas vas a apagarme hoy? Confundida la mente cambia el curso, hacia nuevos mares voy. Ribera estelar, no te alimentas si no llorás, yo sé que me voy lejos, pero no me vas a extrañar. Yo sé que me voy lejos, y perdón,  pero no me vas a extrañar. F A R E W E L L .

Outta time.

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Ser del olvido volvés a mí para robarle segundos a la ansiedad, te escondí, que nadie nos vea. ¿No es esto lo que querías? ¿No es esto? Voces del recuerdo gritan mientras indago en la causa y consecuencia, qué poco tiempo gastaste en entrar. En disonancia entre lo que está bien y lo que amo. Me convertiste en piedra ojos gélidos y la erosión fue, yo la llamé, un pasaje de ida. Y me adosé a tu cielo. Sin saber que frecuentas mucho mis noches y espacio, me llevas al más vasto viaje sideral. Con dos abrazos. Y acá estoy. Blanca nada hoy formás. Es un karma que no termina. Llenando lo que soy con tus miedos. Transportándome hacia lugares que sólo imaginás. El fantasma del terror habló. Y fueron labios de mentiras. Pero habló antes de morir. Porque sabe que se acerca su final. http://www.youtube.com/watch?v=bPm6f1HNzgw