Trizada me mirás, sos neblina que se difumina en un aleteo palpebral, y te envolvés con el manto oscuro nocturno para que los demás no te vean lanzar la última llamarada. Rendición precoz, voluntad de azafrán que miente para decir la verdad. 

¿Por qué es que pensás que en tu mundo hay mundos que yo no entiendo? Tu resiliencia es puramente virtual. Sé que sabés que en algún momento vamos a quedar los dos espalda con espalda mirando hacia las salidas opuestas de un túnel cerrado. Y ahí vas a saber mejor que nadie lo importante que es saber frenar, y mirarte en los espejos rotos del sueño, porque yo estoy inevitablemente en vos y no pienso salir.

No al menos hasta que brote de algún lado de tu cuerpo algo humano.

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