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Mostrando entradas de enero, 2018

Amar lo que es.

Quedó inmerso, el junco se acelera, con el viento, y deja alguna pizca del canto, la palabra te empodera, te requiere, roza tus dedos y los míos, tus ojos se encienden azul verdoso, el agua te rodea, la sal difumina el sol,  que se transforma en largos peces de luz, lastimoso rincón del mundo que hoy nos ve, rendirnos a esto que alguna forma tendrá, mediante brazadas desde lo profundo de tu pelo, nadando hacia arriba buscando respirar, tu aire es más puro cuando sonreís, tu piel más fresca, debajo de la ola, que se lleva pensamientos, los desparrama por el fondo, ese al que quiero llegar bajando mi mano, por todo tu cuerpo, olvidando el manto, que hoy nos separa del ensueño ideal, deslumbrando la forma que adopta tu espalda, cuando me abrazás, aunque resistiéndote a amarme, sobre todo cuando las luces no nos esconden. ¿Y ya qué si no esconden?  Si somos lo mismo los dos, las ciudades ya no saben ocultar, el capricho de rebelarnos, la fiebre de volver a v

Empezar por quererme.

Si te domina otro de tus insomnios, si se impregnan de olor a vos estas palabras, hacemelo saber. Hoy no es tan grave. Ya nada es tan grave, ni la herida de sentirse menos, ni la tendencia a proyectarse una copia de vos y de los otros. O quizás sea que ya no importa, entonces si no importa no me importa que me digas: "eh, te leí". Yo te prometo que barajando mis resoluciones de los días que le quedan a este año una de ellas es cortar con las simulaciones. Porque che, qué difícil es mantenerlas sincronizadas, mantener tus simulaciones y las mías en medio de edificios y ventanas y luces y gente que se pierde en las esquinas y no las ves más y encima ellas también simulan. Ufff... qué difícil es renunciar. Qué difícil es quererse a uno mismo en medio de la "moral" del odio, de la violencia, de la ceguera social, de la caquita familiar, del pensamiento miedoso, de la inseguridad que genera encontrarse desnudo frente al mundo. Qué difícil es no contaminarse de ruido,