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Mostrando entradas de junio, 2015

Viejo amor de las veredas.

La caja golpeaba, se encendía, y el calor llegaba a mi boca, y cansaba. Pero era una maratónica prueba de resistencia en la que el perdedor lo perdía todo. El audaz intento de llegar a meterme tanto en tu cabeza que marinaba las palabras en una violenta belicosidad  de silencio y respiraciones entrecortadas. Después la sutil apertura de alas dirigidas a las constelaciones de tu almohada y mis dedos pasando lentamente por tus antebrazos y entrelazándolos con tus plumas blancas en el ápice. Levantando la cabeza como el esclavo abolido de su libertad y mirarte a los ojos, abiertos hacia mundos tuyos, con el metálico aliento a sangre desde el pliegue interno de tus labios, inspirando rápido y profundo, con las mandíbulas apretadas. Y sentía la necesidad insoportable de humedecerte la oreja con algo que te hiciera regresar pues no estaba seguro de que supieras lo que estabas haciendo y eso me volvía loco. Pero te besé mejor el cuello, y tus plumas se erizaron fuertemente entre mis dedos y