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Argia.

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Dar forma transforma. Mirá cómo va cambiando, el paisaje. Aunque estoy lejos de una casa que recuerdo, estoy encontrando, algún familiar recoveco. Y espero el sentido, tiznando el momento, llenándolo de lucecitas flotantes, y dándole forma,  hermosa forma, de despedida. No conviene, ninguna espera, ningún regreso alguna vez fue justo. Y si el mundo se alarga mi amor, si los encuentros simultáneamente sumaran kilómetros, y se acumularan los fríos en el vertedero de lo insignificante. Si una palabra dejara de ser cálida, y desapareciera para siempre la capacidad de la risa. Abrí tu mente, abrí sabiendo ilusoria, la ilusión de la permanencia. Y quedate conmigo, en algún fragmento del viaje, en algún tiempo lindo, de día, de noche, de tarde de lluvia a cántaros, y cielos indecisos de sol incandescente. Para que veas la prolijidad, del mismo mundo que unos ojos envejecidos han construido, sobre cosas que no e

Continuum.

Yo siempre tuve que aprender que vos no mirabas con tus ojos. Aún así me olvidaba y volvía a buscar que algo se derramara sobretodo cuando los achinabas en una sonrisa, pero entonces en un giro te ponías a 180 grados de mí y ya no te veía la cara y bajaba la mirada por tu espalda, tus nalgas, tus piernas y llegaba adonde de verdad tenías el rostro. Esa credencial con la que te presentabas al mundo, a tus momentos de vulnerabilidad, a tu soledad y también a tus instantes de brillar hermosa y centrífuga. Girando satelital a un punto fijo indivisible debajo de tu pie izquierdo que me llevaba de vuelta a la peonza, al patio-mundo infinito de las Escolapias y acaso también años después a las escaleras del Sacre Coeur, con las violinistas, el sudor pegajoso y todo lo fantástico de un niño. Obvio que vos no sabías eso, no sé si te enteraste alguna vez, y en una de tus vueltas cósmicas lloré como un hombre, en silencio, aguantando la respiración y funcionando con un solo lacrimal. Porque ya

Vertical y negro.

Vertical, vertical y negro. Todo lo que me encierra. Todo lo que me separa de vos. Vertical y negro el miedo, directo a una sumisión que no busco pero se va construyendo. Vertical y negro mi tiempo, un poco acá y un poco allá. Y vive la Resistance. Y vive "le petit défaite" de esta caída al dolor. Solo vertical y negro, proyectando solo vertical y negro, en picada al alma que pretendo poseer de mí, como una lanza que se abre a la herida de un guión silencioso, una epifanía del mundo como debería ser, en los cimientos de mis ideas, de mañana incierta y vertical y negro. De fuego tenue colapsando las avenidas. De un momento de esos labios, y de esa expresión. ¿Y qué espejismo se embebe del vino que termino vaciando? Vertical y negro la calma de abrazarte, y dormir toda la noche sin un sobresalto. De los sobresaltos alguna luz a la distancia entre los maizales. Cálida y dubitativa como un fogón. Vertical y negro la mordaza de esta versión de existencia que nos va engu

Solo vos.

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Templanza, que si me tengo que ir debe ser con los ojos al frente, quizá tragando un poco de saliva e ignorando el viciado aire del silencio,  cubriendo la existencia de austero proceder, para ahorrar el máximo aliento, y pisar fuerte el acelerador o correr como nunca antes. Y si te voy a extrañar, que sea menos ese incendio que el quedarme y dejar que me consuma esta espera idiota. Perder el sentido,  la inalcanzable vacuidad, recorrer el sendero que va despellejando todo lo que no quiero ser, que me muestre la noche dónde llora, que el día me ame andando, ciudades desiertas, que pierda ese vuelo por pedir un café más, y en la automática perplejidad asombrarme, de las épocas que a veces chocan, para mostrarme lo que sos, al mismo tiempo que yo trato de no ser, y extinguir ese miedo a la entrega, perder otro vuelo más, por pedirte que me des un beso, mientras todo lo que puedo ver regresa a vos, regresa a lo que soy, dejando de no ser, llevándome otra vez al

Amar lo que es.

Quedó inmerso, el junco se acelera, con el viento, y deja alguna pizca del canto, la palabra te empodera, te requiere, roza tus dedos y los míos, tus ojos se encienden azul verdoso, el agua te rodea, la sal difumina el sol,  que se transforma en largos peces de luz, lastimoso rincón del mundo que hoy nos ve, rendirnos a esto que alguna forma tendrá, mediante brazadas desde lo profundo de tu pelo, nadando hacia arriba buscando respirar, tu aire es más puro cuando sonreís, tu piel más fresca, debajo de la ola, que se lleva pensamientos, los desparrama por el fondo, ese al que quiero llegar bajando mi mano, por todo tu cuerpo, olvidando el manto, que hoy nos separa del ensueño ideal, deslumbrando la forma que adopta tu espalda, cuando me abrazás, aunque resistiéndote a amarme, sobre todo cuando las luces no nos esconden. ¿Y ya qué si no esconden?  Si somos lo mismo los dos, las ciudades ya no saben ocultar, el capricho de rebelarnos, la fiebre de volver a v

Empezar por quererme.

Si te domina otro de tus insomnios, si se impregnan de olor a vos estas palabras, hacemelo saber. Hoy no es tan grave. Ya nada es tan grave, ni la herida de sentirse menos, ni la tendencia a proyectarse una copia de vos y de los otros. O quizás sea que ya no importa, entonces si no importa no me importa que me digas: "eh, te leí". Yo te prometo que barajando mis resoluciones de los días que le quedan a este año una de ellas es cortar con las simulaciones. Porque che, qué difícil es mantenerlas sincronizadas, mantener tus simulaciones y las mías en medio de edificios y ventanas y luces y gente que se pierde en las esquinas y no las ves más y encima ellas también simulan. Ufff... qué difícil es renunciar. Qué difícil es quererse a uno mismo en medio de la "moral" del odio, de la violencia, de la ceguera social, de la caquita familiar, del pensamiento miedoso, de la inseguridad que genera encontrarse desnudo frente al mundo. Qué difícil es no contaminarse de ruido,