Mil veces.

Esta vez fue más intenso, y más rápido.
Esta vez fue infecciosamente más contundente y preciso.
Esta vez me repetiste el himno perdido y roto de los días que prefieren regresar.
Como cuando uno se despide de su tierra con la promesa de que volverá para ver crecer nenúfares donde solía frecuentar la aridez.

Y SOMOS SUEÑOS. Fuimos entes despiertos que en algún impulso se echaron a dormir, para ver lo que se sentía ser parte de una naturaleza inversa, poblada de cruzadas mentales y cuentos sin final.

A veces siento que escribo con la imprecisión de un niño pateando por primera vez una pelota. Sin embargo, no existe sentimiento de fracaso en absoluto, pues la pelota ya se pateó y a partir de entonces sólo queda ser un niño más, un niño que entró en el grupo de "Los que patearon la pelota por primera vez".

Luego me decís que todo es una farsa y que la modestia no coincide con mi espíritu per sé. Y yo me río veinte veces y te repito que tenés una puntería infernal para sabotear pretensiones.

No recuerdo la última vez que besé a alguien con tanto ahínco, tanta devoción religiosa a la cinética de pómulos rozando los míos, enrojeciéndolos. Haciendo de la profundidad una euforia y un perfume para no olvidar.

Sé que guardás secretos, secretos de laberintos en los que todos se pierden y nadie te encuentra.
Sé cómo vas comiendo sin censura los apaleados fragmentos de tu soledad, y la mía, que hoy se funden en una aleación inseparable.

La del estaño y el cobre.
La de tu mundo y el mío.

Más que esperas que se junten en este conteo de "queremes" lo que yo espero es un impacto. Violento impacto de planetas lejanos que explotan en nebulosas azuladas.

Al decir nada quiero decir todo, y no puedo porque soy meramente humano.

¿Qué haré con tanto sentir desorganizado?
¿Qué haré con las lejanías que no se acortan con palabras?
Y si fuera de tu oasis que debo vencer esta sed infinita, me estremezco en la vibración de tus aguas que hoy por hoy están, fluyendo frescas y sin fin, en un cauce espumoso de miradas acusadoras.

Los sueños te pueden, no hay victorias donde nacen las derrotas. No hay derrota si sé adónde llevarte esta vez, encantándote para todos los días de este invierno.

Serenidad, simple y pulcra, afortunadamente cruzaste las avenidas intransitables de este mundo vacío.

https://www.youtube.com/watch?v=8eTBHyX6G6Q

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