Gitana.
Te vi en este espacio que hice yo, zapateando fuera de vos y diciendo en un acento arrastrado la última palabra que escuchaste. Girás y es como si los haces de luz de arriba cayeran decididos a pasarte sus manos indivisibles por la cintura, la barbilla, tus dedos estirándose con tus brazos, tu entrepierna, todo danzando en una coreografía circular ingeniada por las espirales de tu pollera.
La mitad de Almería me rodea en este preciso momento.
¡Qué Junio para recordar! A sorbos de cerveza caliente, en pulperías de esquinas lúgubres de lugares a los que los caballeros suelen ir a sufrir la metamorfosis más porcina. Y terminar intentando bailar al grito de castañuelas afónicas y voces punzantes que sólo saben cantar de melancolía.
No tuve a quién llevar pero tengo a quién traer, porque antes de tus amarronados guijarros yo sólo me arrastraba por la errante marea. Desde el momento que escuché el primer flamenco mis pies pesaron miles de súplicas de detenerme un tiempo indeterminado en Murcia, pero tenía que verte y es por eso que seguí hacia el Oeste y terminé acá.
Ahora que ya te vi ya no preciso volver.
Ya no tengo promesas a cuestas ni deudas que pagar.
Sólo soy yo y esta inmensidad de roca vieja y gentío.
Allá voy.
Que mi reloj sea el sol.
A recuperar lo que dejé años atrás, o a seguir dejando fragmentos de mí.
Amado rincón del mundo.
La mitad de Almería me rodea en este preciso momento.
¡Qué Junio para recordar! A sorbos de cerveza caliente, en pulperías de esquinas lúgubres de lugares a los que los caballeros suelen ir a sufrir la metamorfosis más porcina. Y terminar intentando bailar al grito de castañuelas afónicas y voces punzantes que sólo saben cantar de melancolía.
No tuve a quién llevar pero tengo a quién traer, porque antes de tus amarronados guijarros yo sólo me arrastraba por la errante marea. Desde el momento que escuché el primer flamenco mis pies pesaron miles de súplicas de detenerme un tiempo indeterminado en Murcia, pero tenía que verte y es por eso que seguí hacia el Oeste y terminé acá.
Ahora que ya te vi ya no preciso volver.
Ya no tengo promesas a cuestas ni deudas que pagar.
Sólo soy yo y esta inmensidad de roca vieja y gentío.
Allá voy.
Que mi reloj sea el sol.
A recuperar lo que dejé años atrás, o a seguir dejando fragmentos de mí.
Amado rincón del mundo.
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