Supersónicanoche.

Enhebrando la mañana al sol,
dirás al fin llegó pero no,
cruzás al mediodía estas nubes,
almenando el celeste fugaz.

Y el mármol está frío querida,
como apoyando la cara en un cristal,
y se va empañando la piedra blanca,
oh, si pudiera dibujarte la forma en la que extrañamos los hombres.

Te olvidaste de patear la silla y bien reíste,
la ejecución se terminó,
masticando la tierra nos observó un dios,
asustado dios solar que vio el fin de un hombre.

¿Cómo poder hablarte en la supersónica noche?
Si ahora estás y ayer no sé,
me dijeron duende buscá en tu interior,
pero con las manos no se limpia la sangre, no.

Nena, tu interior tan sucio hoy,
que pensás que tenés y no,
porque sos cerradura sin llave y no ves,
la llave la tenés vos.

Soy yo en dios por no ser humano,
una ovación de pie me espera en el olimpo Maga,
y floté,
la pócima de Dionisio tiene ese efecto de emulsión.

Contra la pared un beso otra vez,
el refugio de la tarde con perfume de azahar,
blanco vestido hecho jirones de sábana,
todo era blanco nena, creé. 

¿Podés escuchar la canción?
el reloj de ruta se apagó y nada importa,
me puedo ir ya sabiendo que estás en mí,
casi como estás en todos, nena.

Y si es tu blanca tez,
que refracta en el coloide,
bienvenida te hago niña de escritor,
te esperaba el mundo.

Y yo.




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