A vos.

Por fin rompiste la estática y te ofreciste por completo a la metamorfosis anecdótica de los tiempos que vas a ser. Te conocí entera cuando ya creía haberte conocido antes, y tengo que aceptar, me sorprendió la inmediatez en la cual apareciste. Una vez recuerdo haber escrito algo de un mundo que se hacía muy chiquito, casi limitado a las paredes de un cuarto que alguna vez había sido mío. Pues esa realidad, en ese exacto momento, no era mía. Tampoco tuya. No era de nadie. Porque los mundos en donde no hay certeza y solo hay humo son tóxicos. Estos mundos que uno cree conquistar y no van más allá de las ilusiones ópticas de la sustancia psíquica adictiva en la que se presenta el amor, pero no el amor amor, sino el amor que duele, el amor político de las promesas no cumplidas y las palabras poéticas que distan de perpetuar más allá del día y la neurosis momentánea. De creer con firmeza casi ciega que todo es parte de un plan maestro del destino para juntar a dos almas que en realidad se repelen, como el agua y el aceite, como la guerra y la libertad. Y siempre decidido a lograrte, a tenerte , este tren que llegó luego de veinte horas de retraso en la estación del fin del mundo y que va hacia ningún lado, o el agua venenosa que discurre por gargantas de pavimento seco. Accioné por la necesidad. En aquel entonces no era más que un erudito en esto de los espejismos, y dar con vos fue un arrebato exasperado de un descubrimiento que nunca fue, que de antemano se volatilizaba, se perdía entre los dedos, y no dejaba ser investigado. Crecí mucho por vos, por nosotros, por las posibles vidas que íbamos a salir a buscar. 
Es por eso que avalo tu felicidad por siempre, y es el camino en el que ahora te dejo a vos. Yo voy a volver a la estación del fin del mundo, solamente si es que, tan avanzado ya el camino, aún sé llegar. 

Al final, lo que importa realmente, es el kilometraje que recorrimos los dos. Y es lo que me llevo.

Cuidate.


https://www.youtube.com/watch?v=bTZ9_J8im2o





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