Tus añoranzas eran motas luminosas que se desprendían de tu frente y como luciérnagas se extendían por todo mi prado de expectativas. Iluminando los rincones de lo oculto. Todo lo que te decía lo malinterpretaba tu soledad, hasta que te hablé de los colores del mundo. Ahí fue como si te despertaras de un sueño opiáceo, sin aguantarte la sed fijaste tu mirada y esperaste más. Volví a decirte que era increíble cómo el mundo se iba pintando de a poco. Seguías esperando que concluyera. Luego te dije que los cambios no eran monocromáticos. El cambio es un estambre de colores y contrastes en un fuego incesante de oportunidades. Algo de todo eso te iluminó la cara. Tomaste una piedra y la paseaste entre los dedos. Volviste a dirigirme los ojos, con una ternura que te alejaba de la frívola entidad que yo conocía en vos.
-          ¿Sabés qué no me cierra?
-          Decime.
-         Esto de la paciencia. Esto de que siempre que quieras de verdad hacer algo loco te pidan que esperes. Que esperes a que pasen unos días. Que esperes a que los demás tengan tiempo de entender. Es decir, ¿Vamos a ubicar en nuestros días una confianza ciega de que con el tiempo la gente-termita va a haber vivido demasiado en este mundo hasta el punto de amoldarse? Si hasta los moldes los ponen incómodos.
-          No me vengas con eufemismos. El mundo está muy gris y eso se sabe y hay que decirlo. Quizás alguien se enamore de tus palabras. Vos sabés, es increíble cómo puede cambiar el día que te digan algo que sabías pero tenías tan automatizado que al final no lo sabías un carajo. Es como si te dieran la llave matter. Cuando en realidad siempre lo supiste. Ese es el problema generalizado. Nadie piensa en nuevo porque todos han olvidado lo que ya saben. Entonces es así, la “iluminación” de las personas no es más que una serie reiterativa de lo mismo, nada más que mezclada en una salsa de palabras rimbombantes.
-          ¿Esa es tu arma mortal? Sos genial con las palabras.
-          Pero muy precario con los actos.
-        Sí. Muy.

Nadie es perfecto, así como tampoco hay imperfección alguna que se robe el final de los hombres.

Seguir siendo imperfecto, y aprender.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Argia.

Son horas.