Te perseguiría hasta el sol, pero hoy es sólo inercia.
Alrededor de mí, el mundo en sí se colocaba en sintonía. Por
fin luego de tantos años podía mirar hacia adelante y respirar hondo. Un
respiro que llegó a cada alvéolo de mis pulmones y los desempolvó como repisas abandonadas. Un respiro de
alivio. Mis ojos pesaban de sueño pero los podía mantener en el camino. Los
campos del consuelo se extendían ante mi persona y en la carrera contra el tiempo me postraba ganador. Tanta espera, tantas ilusiones rotas, tantas noches de
desvelo. Todo terminaba y el sueño se materializaba en lo que había deseado
toda la vida. Un miércoles por la noche. Una pregunta. Una respuesta, ansiada
respuesta. Una luna interminable. Una brisa fresca. Una caricia en las manos y en el pelo. Una mirada
fija. Una sonrisa. Una confesión. Un beso. Una vida. Una espera. Un
sí. Compartido, generoso y correspondido. Un amor, finalmente.
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