Lazos de manía
El día se hizo cómplice de tus trucos y llovió en tempestad,
Se oscureció más de la cuenta y vistió de luces la ciudad,
De entre tanta algarabía algún eco te debía ensordecer,
Desenredar tu cordura en lazos de manía,
Sin apuro, sin correr, con el mundo a tus pies.
Los minutos se hacían hijos del silencio,
Y nuestra cama se colmaba de fragmentos de cielo,
En donde estableciste tu potestad carnal,
En donde me acomodé a tu gracia de amar,
A tu experiencia y a tu sensualidad.
En el seno de la lluvia de un ocaso en extinción,
Pudiste ver con albor que cumplí con mi intención,
Ahora te encomiendas a mis sabanas, y respiras en mi cuello,
El comienzo de la serenidad, el desenlace del duelo.
Habías pasado tantos años perdida en la castidad,
Arraigado al fracaso yo aproveché la ocasión,
Entre mi insistencia y lo frágil de tu disposición,
Quizás fui demasiado rápido, quizás no me detuve a especular.
Lo cierto es que al final,
Entre tanto desastre te pude enamorar,
Ganamos los dos,
Lo nueva que fuiste
para mí,
Lo inerme que fui
para vos.
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