Aprendí a no mirar la hora y a vivir el momento, si de bocas y mentes sabias ha corrido el rumor de que la vida es un juego. 
En el acertijo de los porqués pude encontrar mi rumbo, preguntar no daña a nadie en este mundo. Si los problemas fueran tormentas en el viento, la alegría se congelaría en el tiempo. Pues un rostro feliz es lo que necesitamos como humanos. Es nuestra partitura en el unísono de la eternidad, y nuestra voz en el coro de la verdad. Pues toda hora de noche oscura colapsa en el fin de la premura, cuando el amanecer se viste en gala de telas caras e irradia la luz  que derrumba las murallas. 
El nuevo comienzo arrasa, y se lleva todo lo antiguo a la nada, tan fluida como el agua.

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