La Realidad


El olor a salitre inunda mis orificios nasales y no siento mis orejas, ya entumecidas. Dirijo mi mirada hacia el cielo de un amanecer rosáceo y cierro los ojos, dejandome llevar por recuerdos rotos. Siento como las olas rompen contra el acantilado sobre el que estoy sentado y mis pies descalzos colgando de la roca. Es entonces cuando me imagino volando, abro los brazos y emprendo el despegue. Se que mi cuerpo está sobre la roca, pero mi mente se dirige hacia algún lugar que ni yo conozco. Cualquier lugar que me permita estar lejos de esta realidad que yo mismo creé. Quizás de alguna forma pueda volar, me han llenado la cabeza con que la imaginación es poderosa como las tempestades, pero muy peligrosa y traicionera. Sin embargo, ahora que lo pienso, he pasado toda mi vida desconfiando de las cosas, desconfiando de las personas, desconfiando de esta sociedad, desconfiando de los grandes ideales, viento, el agua, el sol. No me conformo con nada y en realidad lo que necesito es muy poco. Pensé que escaparme por la ventana de mi habitación y acercarme a contemplar el amanecer me sentaría bien, pero terminé cerrando mis ojos y pensando en como me gustaría que fueran las cosas. Al fin y al cabo, el amanecer que deseaba ver lo terminé construyendo en mi mente. Porque no me conformo con el natural, necesito uno perfecto, por lo que ese amanecer también se convirtió en parte de mi realidad creada. Vuelvo a sentir esas ansias de volar, y me imagino volando a ras del agua del mar y sientiendo las gotitas y la humedad golpear en mi rostro, con los ojos fijos en un rumbo desconocido, con el sol encandilándome los ojos y con una melodía rara pero hermosa retumbando en mis oídos. Yo se que en cualquier momento me veré rodeado de imágenes difusas y recuerdos perdidos, y abriré mis ojos y me encontraré sentado sobre el acantilado que imaginariamente abandoné. Es raro poder estar en dos realidades distintas, pero una mente desorganizada y un dejo de esperanza son la llave para abrir la realidad que más deseas. A pesar de que no se qué realidad deseo, supongo que escogeré en la cual pueda permanecer más tiempo, pueda adaptarme, evitar un destino forjado por la naturaleza y su selección natural, y ser yo mismo. Son realidades que no existen, asique abro los ojos, derrotado por otro intento de escapar. No se de que forma se puede huír sin tener alas, el ser humano es tan básico. Me paro sobre la roca en la que estaba sentado y observo una vez más el cielo, tomando un color azul eléctrico. Comienzo a regresar nuevamente a casa, a mi paso revolotean gaviotas, y detengo mi mirada en un punto a poco centímetros del lugar en el que estaba parado. Una gaviota aterrizó en un nido lleno de crías, y dejó un pescado a merced del estómago de las últimas. De repente lo comprendí, la gaviota tiene alas, tiene la oportunidad de volar y ser libre, pero no lo hace, porque tiene crías que cuidar. Luego esas crías crecerán y tendrán que hacer lo mismo. Encontré la respuesta, no necesito volar hacia otra realidad si tengo lo que necesito en esta. Y lo que necesito, y necesitan todos los seres humanos, es un propósito. El propósito son las alas, el propósito te lleva a realizar lo imposible y hacerlo posible. El propósito es la adaptación, es el ancla que te obliga a permanecer unido a esta realidad. El propósito mueve a la voluntad del hombre, y permite que se realice el movimiento incesante de la naturaleza. Debo encontrar mi propósito, mi realidad, y esa, es la verdadera aventura de la vida.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Argia.

Son horas.