En el cuarto de las memorias
Las paredes mohosas sostenían a duras penas la habitación
que tantos años atrás se había vanagloriado de lujos y ostentosidad. En el
centro de la misma una columna que amenazaba con abandonar la resistencia y
recostarse en los escombros tenía varias inscripciones hechas con algún objeto
punzante: números, fechas, nombres. Todos graficados y estableciendo una
relación desconocida. Yo busqué en mi cabeza si en el depósito de recuerdos
estaba la explicación, pero no lo conseguí. Había tocado mi parte frágil, y las
imágenes comenzaron a tomar forma y a ubicarse en el cuarto como olvidados hologramas,
la cama extensa, la mesita de luz de madera de pino negro, el cuadro de la
playa y la mujer, y tu foto. Enmarcada entre dos delfines aún la recuerdo, y la
miraba todas las noches antes de cerrar mis ojos para dormir.
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