Este mensaje.
Mensaje de palabras y de sogas que se mueven como serpientes de cascabel.
Pero sin sonido.
Serpientes que lo sacan de mis labios y lo estiran, lo doblan, lo arrastran, lo ensucian, lo arrugan y lo pegan a tus oídos.
Porque son chamanes de la incredulidad.
Que confunden los mundos y se deslizan en los salientes de la bruma, menesteres de la desolación.
¿Qué vas a creer ahora de lo que te digo?
Si estas serpientes están siempre al acecho.
Así es como se van a extinguir las palabras de los hombres.
Nunca tan claras como cuando se dicen por primera vez.
Así que, si te lo digo una vez y sin cuidados, escúchame.
Porque lo demás está tergiversado.
Y las palabras son pupilas de la insegura voluntad del viento.
Así que si te lo digo una vez y sin cuidados.
No me pidas que lo repita.
Puede ser que algún día sea dueño de mi verdad.

Las palabras buscan por naturaleza ser miles de sombras en este viento hostil.





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