Abducción Cósmica.

Hubo un quiebre de luz y una secuencia cósmica. Posteriormente fui objetivo directo de las visiones de alguien que intentaba recordar algo en una memoria modificada. El aire espeso. El cuarto se reducía cada vez más. Las cuatro paredes iban a colisionar contra mi cuerpo. Todo a mi alrededor absorbía lo poco de oxígeno que me era ofrecido. Estrellas, miles de estrellas. Luego un fogonazo. Aire fresco. Sol. Una bandada de pelícanos hacía dibujos en el mar. Lentamente se comían entre ellos y limpiaban la sangre de sus picos en el agua, volviéndola roja. Otro fogonazo. La escena esta vez era completamente distinta. Una "mujer" nadaba en un estanque de lotos, pero no parecía humana. Las partes de su cuerpo sólo eran visibles cuando sobresalían del nivel del agua. Tenía mucha paz ahí entre los lotos. Se posicionó de espalda al agua mientras corría esas plantas con la gracia de quien corre suavemente las cortinas para inundar una habitación de luz matinal. Pude ver todas sus partes. Sí, definitivamente era una mujer, pero también estaba en lo cierto con lo de que no era humana. Eran raíces. Raíces que tejían desde el fondo del lago ese ente femenino. Unas raíces orbiculares se quebraron allí donde parecía estar su rostro y sonrió. Nuevamente la escena cambió hacia un París post-apocalíptico. Un sólo hombre se encontraba parado en el centro de la Place de la Concorde mirando lo que remanaba. Excepto el fuego amarillo todo lo demás era en blanco y negro. El hombre vestía un traje. Tenía una mano en el bolsillo que le levantaba la parte inferior izquierda del saco y en la mano derecha sostenía un papel arrugado. No pude ver bien lo que había escrito en el papel pero la intuición me decía que era una dirección, una dirección post-apocalíptica que le indicaba un punto de encuentro. De la otra punta de la Place se movía algo con el viento. Algo blanco. Un vestido. Sí, un vestido. Le hacía señas al hombre con la manga. Como un espíritu invisible en forma de vestido que deseaba con todas sus fuerzas transportar al hombre hacia otro lugar. Decidido el hombre fue a su encuentro y no sólo tomó al vestido de las mangas sino que comenzó a bailar con él. A cada paso de baile algo dentro del vestido se materializaba. No pude saber bien qué era ya que París mutó. 

- ¡Basta! Por favor. ¡Detengan esto!

Sé que no es real. Sé que algo o alguien está interviniendo. Por favor que no sea real.

De repente ahí estaba yo, sentado bajo la sombra de un árbol. Era como verme desde afuera y al mismo tiempo sentirme desde adentro. Tenía tranquilidad. Una tranquilidad tan impenetrable que parecía la muerte misma. El árbol y yo nos encontrábamos rodeados de un universo blanco inexistente. Tanta pureza. Tanto silencio. Tanta calma. ¿Habré muerto en verdad?

- ¡Por favor! ¡No quiero más! ¡Basta! ¡Lo suplico! ¡DEJENME EN PAZ!

Mi madre me miraba desde la puerta del cuarto. Me hablaba en ecos. Mi padre estaba sentado en la punta de la cama. Ambos querían decirme algo y las palabras existían como fantasmas ausentes. Entre lo poco que alcancé a escuchar trataban de explicarme el fin de un amor. No entendía. ¿Cómo es posible dejar de amar? Luego de tantos años...

De tantos años...
Tantos.

Volvieron los fogonazos. Ésta vez fueron más de uno. Todo cambiaba como si fuera la cinta de una película. Cada momento de mi vida se materializaba y desaparecía en un parpadeo. El parque desde la ventana del cuarto. El campo verde que significó la despedida más dolorosa. El primer beso. La torre Eiffel. Hyde Park. Mi promesa de volver. El oasis sofocante. Las ganas de marcharme. Solo yo sé lo que (te) amé. La gente cambiando en la baraja de la vida. La depresión. La soledad. La salida del sol. El despertar. La sonrisa más sostenida. La satisfacción más plena. Los frutos. 

-Necesitaba ver esto. Necesitaba ver esto para seguir.
- Lo sabemos- Me contestó una voz metálica que surgía de mi cabeza.
- ¿Quiénes hablan? ¿Qué es lo que quieren de mí?
- Somos mensajeros de la luz.
-  ¿Mensajeros? ¿De qué luz?
- De la luz de tus pensamientos.
- ¿Y qué es lo que buscan? Ya vi lo que tenía que ver. Déjenme tranquilo ahora.
- ¿De qué forma? Vivimos en vos. 
- ¡Pero si es la primera vez que los escucho!
- Somos todo aquello que te corrompe. La soledad. La muerte. Los celos. La envidia. La pena. La incomprensión. La fragilidad. Somos las raíces de tus miedos. Somos fantasmas. Somos sombras del pasado, manchas del presente y la niebla del futuro. Aquello que toma vida en las altas horas de la noche cuando creés que dormís y en realidad estás más consciente y vivo que nunca. Tus deseos más profundos en la oscuridad. Tus amores rotos. La desesperanza.



- ¿Y dónde están las cosas buenas?
- ¿Las has aceptado alguna vez? ¿Las has mantenido? Hemos sido siempre el eje de tu vida.
- Quiero ser feliz.
- ¿Entonces nos querés sacar de tu consciencia?
- ¡SI!
- ¿Desplazarnos, llenar nuestros espacios con otras cosas? Lo bueno está en todas partes. La existencia en sí es buena. Somos mensajeros de la luz que no te dejan morir pero tampoco vivir. Y la vida está ahí, lejos de pensarnos tanto. La vida está ahí, 

Te espera a vos para poder hacerte feliz.

http://www.youtube.com/watch?v=OoLEm3M5yt0







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