CODEX.

Mis anhelos se han remitido a ver la sal secándose en mi piel. A verte a vos cada tanto entre ese límite entre la arena que se moja y los pies descalzos que tanto frío te causa la idea de sumergir. Pero la verdad es que yo hace rato me sumergí, cuando te diste vuelta a mirar las piedras de la costa y mis ganas de escapar y gritar fueron incontenibles. Me estoy deshaciendo así con las olas. Vos llorabas, pero no por que pensaras en mí. Si no por que no podías con la idea de estar sola nuevamente. Siempre eras vos, nunca otro más. Nunca hubo un yo, sino una extensión tuya que aprendiste a amarrar. Como si yo pudiera darte alguna seguridad. Como si yo todavía supiera de qué manera llegar a vos por encima de tus expectativas. ¿Tanto esperaste de mí siempre? Perdón, quise decir de vos. Por que vuelvo a la premisa de que vos sos yo, en cierto modo, pero yo nunca puedo ser vos. Por que sos única. Sí, única. Un espécimen perfecto para el sol, para la brisa, para el mar, para las hojas y las frases rebuscadas, pero ante todo un espécimen perfecto para hacer que otros lo amen.
Tangerine, sigo sumergido esperando que me des la mano salvadora, sigo acá, aunque vos no te des cuenta. Pero a miles de metros por debajo del agua. Donde todavía te puedo ver, oír, tocar, respirar. ¿Sabrás nadar?



Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Argia.

Son horas.