Las luces.

-¿Quién me da la certeza de que mañana será igual?
- No puedo darte eso. Nadie puede.
- Entonces prefiero que todo se quede así. Ni siquiera me interesa saber de qué lado cayó la moneda.
- ¿Por qué mezclás el azar con lo que está hecho para ser? 
- Por que todo es relativo. Nada está hecho para ser realmente. No hay un ser en las cosas, ni en la gente. Todos cambian algo en sus vidas a cada momento. En el mismo instante que se toman decisiones se rechazan oportunidades. Nada ni nadie te da la certeza de que a fin de cuentas, debió ser así.
- ¿Y qué pretendés? Por que en este mar de cambios, propósitos tenés que tener.
- Solamente quiero sentarme acá, sentir el viento, ver las primeras estrellas aparecer. Ésta es mi hora favorita del día, ¿lo sabías? Ni la mañana, ni la tarde. El anochecer.
- ¿Por qué?
- Supongo que es una materialización de lo que termina, pero que en realidad no termina, por que uno sabe que si espera un rato el sol vuelve a salir. Es la esperanza que queda después de la velocidad de los años. 
- Yo creo que es porque es lo único certero que has visto. Estés donde estés, en cualquier momento de la vida, sabés que después del anochecer viene un período largo de oscuridad que termina con los rayos de sol de la mañana. Y el canto de los pájaros. Y yo abrazándote la cintura por detrás mientras estás sentado en la cama.
- Jaja. ¿Vas a estar siempre abrazándome cada vez que me siente en la cama?
- Sí. Por que de esa forma te obligo a no pensar. Pensás mucho. Te vas a perder de la vida.
- Sólo me he perdido los momentos en los que no estabas vos. 



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