Palabras Prodigiosas

El cuarto de hora se derrite en un café,
Umbral de rúbricas y gritos de reloj,
Es una sinfonía de penumbras,
En la que te gusta brillar cuando no hay sol.

Pero soy solo un problema a resolver,
De vez en cuando tiendo a enervarme,
Con las palabras prodigiosas del recelo y la frustración,
Termino siendo inconsolablemente más terco de lo que soy.

Pero hoy estás tan hermosa, tan acorde a la visión,
Sos una quimera colocada en el sueño de una flor,
Que de entre tantas ilusiones la realidad cegó,
Ahora solo encantas a los hombres con tu sublime tenor.


Y en el paraíso del fin de las cosas,
Me senté a tocar tu canción,
Quisiste demostrarle al mundo,
Que podías ser más que la ofuscación.

Ser el olvido, la culpa y el perdón,
El velo de la divinidad, el comienzo y el final,
Sueño de un músico bohemio que quiso cantar,
Y olvidó lo osado de redimirse a una pasión.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Argia.

Son horas.