Sigilo.

Parece que al final en el camino a la auto-destrucción encontré la forma más inmoral de perpetuidad. Cuando te reís es tan simple descolgarse un rato y frenar que a veces tengo que volver a enfocar la vista hacia tus labios para verificar si no fue sólo un espejismo de la sed. 

No hay señal más tenue de confusión que encontrar lo imperfecto en lo perfecto de vos. 
Me dominan mordazas de estrellas que amagan con quitar de mí esta lucidez, la misma que hoy me lleva tan lejos. A tocarte en unos sueños quizás. A despertarme en la bruma de un "no". El tuyo, el que llevás como bandera. 

Pero en la luz de la mañana nadie es negación.

El problema es de comunicación.

Nadie puede vivir traduciendo las Piedras Rosettas que arrastran de vos lo efímero de un sí.


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