No necesariamente.

¿Cuáles son tus coordenadas? ¿Qué rumbo habrá en tu mirada hoy? Y junto a ella, ¿me extenderé antes o después de tus horizontes? En el reflejo de los cristales azules que escondés bajo tus palmas. ¿Y qué de nuestros dedos resecos por acariciar con tanta frecuencia el limbo? Es que este hilo de ilusión que nunca vacía su carrete me hace coser sin parar figuras en el viento que luego te muestro a vos y te encantan, y me encanta que te encanten, pero de tu fascinación no surge el encantamiento sino alguna palabra llena de amor, destructiva, tanto que es una bomba atómica a mi claridad y la llena de brumas. 

¿Pero qué hacer? Si te veo abrir la boca y mi yo interno larga la carrera de su vida, mientras mis pies se adosan al suelo.

Y te tengo que aclarar que soy un pésimo tomador de decisiones pero muy buen hablador.

Miento.
Sí.
No es habla.
Es balbuceo.

Pero vos sos especialista en entender [me].







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