Generala.

Salió de mí. Salió de vos. Fue magia, un mimetismo. No voy a saber jamás hasta qué punto se comprende el sentido de luchar a contracorriente. Si ningún camino me llevara a vos hoy probablemente no caminaría sabiendo que voy a encontrarte por ahí, viviendo. Te veo. Pasan los minutos en el reloj esmeralda y te mordés suavemente los labios, moviendo tus piernas al ritmo inconstante de un jazz metálico de instrumentos ligeramente afinados. Y hablás, y te escucha quien te quiere escuchar. Tuviste lo que quisiste, ahora los años lo han convertido en inservible arenilla que se desliza entre tus dedos. Pero aún subastás tu sonrisa al mejor postor, al único.

No aprendo de las melancolías, tampoco soy una extensión de mi propio pasado. Si bien frecuentemente lloro a solas por lo que llora cualquier hombre. No me arrepiento de nada. No voy buscando formas para revivir el pasado y corregir los errores. No cambiaría la acumulación de circunstancias que me llevaron a ser quien creo ser hoy. Nunca creí lo suficiente en el amor para desvivirme en la búsqueda. Soy un poco más hijo de la suerte, quizás hasta ella misma sea mi Dios. 

Buscaste lo verdadero en lo falso. ¿Cómo pensás que te miran los demás? ¿Fuiste siempre tu propia esperanza? ¿Cuándo fue que dejaste de creer en el error? Me hace bien que estemos donde sea. Me hace bien que te rías. Que no te asuste el camino y su misterio. Las incógnitas se contrarrestan con más incógnitas, y de ahí surge la curiosidad del hombre. También me hace bien que creas eso.

Sos cada nota que se toca de acuerdo a la posición del sol. Esa que enverdecía el parque en donde me senté a contarte secretos, una vez.

Seamos siempre de perder el sentido y de no temer a lanzar los dados del comienzo del 
J U E G O.

Empecemos a jugar en el tablero al que todos rechazan.

Commencer à vivre en sachant que nous sommes déjà gagnants.








Comentarios

Entradas populares de este blog

Argia.

Son horas.