Disfraces.

- Sí, tenés los ojos perdidos. ¿Qué estás viendo?
- Enserio me preguntás, ¿no nos ves?
- ¿Eh, adónde?
- Allá, doblando la esquina. Como siempre, con los ojos en el suelo sin saber adónde estamos yendo. Tendría que haberle hecho caso a tu consejo de aquellos años.
- ¿Cuál?
- Ese que decía que las esquinas eran hermosas si te detenías un segundo a verlas.
- ¿Y por qué decía yo eso?
- Hablabas de algo como que al doblar una esquina uno nunca sabe qué le espera del otro lado. Es lo que hace a las esquinas la parte más linda de una cuadra.
- Jajaja, qué manera de hablar boludeces tenía.
- A mí... me gustaban.
- Siento como si hubiera sido otra persona en ese entonces.
- Lo eras. Bueno, lo éramos.
- ¿Por qué cambiamos?
- Supongo que es consecuencia de vivir, no sé.
- Me da tanto miedo esto de no saber quién voy a ser mañana.
- Yo si sé quién vas a ser mañana.
- Jaja, ¿quién?
- Un ser humano, y eso es todo lo que me importa que sepamos. ¿No entendés todavía?
- No sé qué tengo que entender.
- Que no importa quién sos, sino cuántos quiénes puedas ser en un simple momento. Hasta el día que te mires a un espejo y de verdad te encuentres. Pero para eso hay que pasar por todos los disfraces.
- Eso es mentira, así nunca vas a ser auténtico.
- Esa es la parte en la que entra el esfuerzo y la curiosidad de uno, que lo verdaderamente importante, lo que define finalmente quién sos es la capacidad de poder ser quién quieras sin dejar de ser vos mismo.

http://www.youtube.com/watch?v=8-XMH1jXOOc



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