El porqué.

¿Qué será lo que trae el viento que llena de tranquilidad? Solía subirme al techo unos minutos antes de que el cielo se cayera y la lluvia inundara la ciudad, y ahí contemplaba. Jamás lo hice saber, lo cierto es que un día en un arrebato de furia maldije mis reflexiones y nunca más volví a trepar el techo los días de tormenta. Hoy lo volví a hacer, y me llevé una sorpresa al ver un trozo de papel entre las tejas, amarillento y echado a perder. Entre la tinta corrida se podían leer todavía unas letras, algo como:

" Hoy ella se marchó. Antes de irse pasó por mi casa a buscar no sé qué. Me cago en mí, nunca estoy cuando tengo que estar."

Y me acordé. Ese día todo había salido mal. Me levanté con el duelo de la despedida. Los últimos meses habían sido dignos de recordar, pero un Junio heladísimo trajo consigo la noticia que yo ya me temía llegar. Eras una paloma perdida en una ciudad que no era tu ciudad, y tu alma te llamaba de donde creías pertenecer. Pero jamás pensé que te irías tan lejos. Sabía de tu obsesión con Francia por que con ella le habíamos puesto diálogo a muchas noches, pero siempre se mantuvo en el contexto del ensueño.

Sigo leyendo.

"Llegué a casa después de las 18, cuando me enteré que habías estado ahí marqué tu número deseando poder hablar antes de tiempo. Pero del otro lado nadie habló, y supe que te habías ido. No sé qué voy a hacer."

Lo demás lo recordaba como si lo hubiera escrito ayer mismo. Ya han pasado 3 años y todavía sigo acá, encerrado en este desierto. En el 2010, un año después de tu partida viajé a Francia, Inglaterra y España. Te busqué en cada recoveco, debía encontrarte. Pero pasó el mes, y tuve que volver a la Prisión.

Me gustaría que supieras que de mí jamás te marchaste, y que siempre te mantuve en el secreto. Como vos me lo pedías. Has sido mi inspiración desde entonces, tu forma de ver el mundo sin miedo, tu desesperación por conocer, tu amor por el arte y la música, tu todo. Que ahora es mío también. Tan acelerada, tan bohemia, tan vos. Y aunque a veces pierdo la esperanza, sé que algún día nos vamos a volver a encontrar. Para por fin poder decir:

Acá estás, te encontré, y ahora no me voy.




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