Sí menor y algo de miel.

Sonaban campanas en su cabeza y vestigios de algunas notas desgarradoras que se difundían al salir de las cuerdas. Pero todo lo que tocaba era oro, y si la memoria no me falla como suele hacerlo, había algo desgarrador también en su voz. Cantaba: 

mi camino es un puente sostenido por dos pilares, 
un pasado y un futuro, 
pero ambos parecen juntarse cuando es oportuno olvidarse un rato,
 olvidarse de vos. 

Y ahí con sigilo me pierdo,
y me escondo,
escondido todo es más fácil, 
todo duele un poco menos.



¿Qué es lo que buscaba aquel cantor? ¿A quién había perdido? Dígame, por que parece ser que la tarde lo maltrata señor. Y él contestaba cantando:

Los sueños los arrebató esa persona,
y no pude hacer más que dejarla ir,
fue cuando el reloj se congeló,
y en horas perdidas me adormeció.

Yo también pasé mi vida durmiendo, desperté hace sólo un par de meses. Lo comprendo cantor, lo comprendo bien, présteme la guitarra, déjeme tocarle una canción. Y canté:

Que los sueños se volvieron espejismos,
de lo que había hecho en vida,
lo que sentía en mi corazón,
y en la muerte de mis horas,
pude ver cosas inimaginables.

Hice un viaje para saber,
si lo que cantaba era verdadero,
y aunque el mapa fue reducido,
no me hizo falta más.

Seamos acá,
hijos de la melodía,
que perdieron algún propósito cuando la vida se les pasó,
y prometamos ante todo ignorar al cretino que no sepa escuchar.

Por que yo vivo para mi música,
así igual que usted,
y el tiempo en este mundo no se puede comprar,
pero estirémoslo con letra y música,
hagamos que el mundo nos escuche cantar. 









Comentarios

Entradas populares de este blog

Argia.