Y en el agua, miles de soles.

Un viento en la mañana trae frescuras inesperadas, en mezcla de veranos que fueron y serán. Lo paciente de la espera y lo novedoso del comienzo. En una hora extraña del día decidió saltar. Le hablaron del riesgo, pero sólo pensaba en la recompensa. Quizás esa era la única forma de que se tomara el atrevimiento de cerrar los ojos para sentirlo, simplemente sentirlo.
- Hay que tratar de vivir con los pies en la tierra - Le dijo.
- No me amargues la mañana con tus limitaciones - Le contestó.
El otro suspiró, algo frustrado. Nunca lo iba a poder entender, pero volvía años atrás en su cabeza y creía saber de dónde venía esa forma de observar las cosas.
Música, era todo lo que él pedía.Algo de magia en su vida, hechizos de música, pues era lo único que lo completaba. Nada ni nadie más. Y se perdía en frases y párrafos que ninguna persona iba a descifrar jamás. 


Pero se despertaba feliz.


Ese vendaval matutino de un "pseudo-agosto" le susurraba palabras de esperanza, tanto que las había esperado, tanto que las había pensado. Una esperanza que siempre había creído utópica. La esperanza de poder ser.
-¿Ser qué?
- Ser él, frente a sus miedos.



Le enseñaron a creer que la felicidad no era algo sostenido. Pero aprendió que la mayor parte del tiempo se encuentra en las pequeñas cosas. 

Así que hoy decidió vivir de los detalles.



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