Les jours avec elle.



Los días con ella eran escenas que se sucedían en un caleidoscopio de momentos. Eran nubladas tardes atemporales y monocromáticas en las que nos regíamos únicamente por la luz y la noche. Eran besos bajo la nieve y mensajes de papel. Una enseñanza mutua del fino límite entre la libertad y la dependencia. Idas y venidas por un mismo sendero, que terminaba siempre en los muros que pintarrajeábamos con aerosol para reírnos de nosotros mismos.
Los días con ella eran impredecibles, una continua aventura. Burlescos de la vida y fugitivos de la formalidad. Un modo de vivir lógico solo para los dos. Demasiado bueno para ser real y demasiado real para ser imaginario. Era una forma extraña de amor y odio, una costumbre, un placer.
Eran los días con ella, y con nadie más.

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