Trizada me mirás, sos neblina que se difumina en un aleteo palpebral, y te envolvés con el manto oscuro nocturno para que los demás no te vean lanzar la última llamarada. Rendición precoz, voluntad de azafrán que miente para decir la verdad. ¿Por qué es que pensás que en tu mundo hay mundos que yo no entiendo? Tu resiliencia es puramente virtual. Sé que sabés que en algún momento vamos a quedar los dos espalda con espalda mirando hacia las salidas opuestas de un túnel cerrado. Y ahí vas a saber mejor que nadie lo importante que es saber frenar, y mirarte en los espejos rotos del sueño, porque yo estoy inevitablemente en vos y no pienso salir. No al menos hasta que brote de algún lado de tu cuerpo algo humano.
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Mil veces.
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Esta vez fue más intenso, y más rápido. Esta vez fue infecciosamente más contundente y preciso. Esta vez me repetiste el himno perdido y roto de los días que prefieren regresar. Como cuando uno se despide de su tierra con la promesa de que volverá para ver crecer nenúfares donde solía frecuentar la aridez. Y SOMOS SUEÑOS. Fuimos entes despiertos que en algún impulso se echaron a dormir, para ver lo que se sentía ser parte de una naturaleza inversa, poblada de cruzadas mentales y cuentos sin final. A veces siento que escribo con la imprecisión de un niño pateando por primera vez una pelota. Sin embargo, no existe sentimiento de fracaso en absoluto, pues la pelota ya se pateó y a partir de entonces sólo queda ser un niño más, un niño que entró en el grupo de "Los que patearon la pelota por primera vez". Luego me decís que todo es una farsa y que la modestia no coincide con mi espíritu per sé. Y yo me río veinte veces y te repito que tenés una puntería infernal para sab...
Veías volar pájaros.
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El segundo café de una serie interminable de horas, que sabés que a medida que transcurren el río del tiempo van neutralizando su efecto para llegar, titubeantes, a envolverme de nuevo a mí. Soltás el humo que se mezcla con el naranja y el bordó de la tarde. Sé que los años pasaron y te llenaron de preguntas. Sé que esperaste al final de la brumosa encrucijada. Y que en parte el error fue mío por dejar pasar así el tiempo navegando mares en barcos que no llegaban a ningún lado. Hoy me cuesta entender cómo es que no te conocí antes, sólo un poco antes, de que el mundo en sí explotara en mil pedazos y se hiciera chiquito. Muy chiquito. Cómo no te conocí antes de que cambiara para siempre mi forma de ver la vida, la forma de escuchar las canciones, la forma de recordar, la forma de mirar y encontrar en tus ojos más que un humor acuoso de secretos, la forma de sentir que indefectiblemente hay caminos que se encuentran en algún punto para no borrar su huella al final d...
Si está y no está.
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Superfluo mundo el que hoy pensás mientras te engrasás los labios con ese rojo destructor que tiñe tu anular. A medida que tus pulsaciones te llenan la saliva de gusto a hierro esparcís los colores con detenimiento, abrís y cerrás la boca, apretás los labios. Sabés qué tan frágil te encuentran las noches de estos últimos meses pero aún así no te importa. Hoy vas con el trémulo saber del asesino, dispuesta a todo por un poco de conmiseración salvaje. Pero las horas pasan y aunque son muchos kilómetros los que has dejado atrás y muchas pieles que el frío te ha hecho mudar el mundo no se detiene por tu presencia, por tu impacto. La noche sigue, y las almas indómitas nacen de la base castigadora e inevitable de que por las mañanas vuelven a domesticarse. Un arrebato cancerígeno sin perdón alguno que te quiebra lentamente la voluntad. Y ya es sólo ese humo multicolor el que te lleva adonde yo te espero. - Vos sos una visión patética. - ¿Querés que me vaya? - No, quedate. Pero decime qué...
Celofán.
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… y como si fuera poco las palabras han ido tatuándose a sí mismas este hábito invernal de descongelarse. Es este charco de lo que ya no va a regresar donde vi con nitidez insoslayable tu reflejo. Siempre sos para mí lo que alguna crisis de estupidez me deja de anécdota. Un prurito remoto, alérgico, con dientes de permanencia y ojos cansados. Un recuerdo doloroso que no se alcanzó a formar y vaga por jardines nerviosos buscando calidez. Un vacío lleno de mil vacíos, resonando en ecos secos que matan por ser canción. ¿Que tenés para ofrecer más que esta verdad hecha de papel celofán, que colorea la luz en la que ahora te veo total y plenamente desvanecida? La piel cobriza que se quiebra y se encurva, se mezcla, se abrillanta, se seca, se convierte en una obra esencial, un elixir amargo y mortal que simula ser vital. Bebo para morir una y otra vez buscando calmar una sed que no me deja pensar. Y hoy, indefectiblemente hoy, muero porque si muero al bebe...
Te fuiste por esos mundos.
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Aparecés en mis días azorada, como la última despedida que reverbera por miedo a concretar su final. Mecés intranquila tu dorada tez y lo predecís, no te puedo decir ya algo que no sepas. Es un dolor que escarba temores, y se hace más intolerable en los meses previos al invierno. Es una desintoxicación. Es mi matter abstinencia auto-sentenciando (me) hacia el olvido. Estás marcada, ya sos feliz. La confluencia de factores hoy se abrazan y te muestran la gracia de haber pasado tu vida abocada hacia la libertad. Lo conseguiste. Ahora que sea interminable tu marcha y que el mundo le quede muy chico a tu corazón. Que el mosaico sea hermoso y sea todo tuyo. "...El sol se metió en su gruta, los mares se hunden mojados, yo soy un nervio de atados, un llanto largo y profundo. No sé por qué me confundo, con tus amores cansados. ... Que al fin la mala fortuna, se vaya a dormir un rato, se quite traje y zapatos, se olvide de mi existencia. Que yo frente a ...