Hallarte.

Hay arte. Hay arte en las horas, en un café, en tu discurso, en tu mal humor, hay arte.

Hay arte en tus hábitos, en mis cigarrillos, en que te quedes esta noche acá, en tus secretos, hay arte.

Hay arte en tus pantalones, en mi silencio, en tu desconfianza, en tus textos, en mi frialdad, en las manos, hay arte.

Hay arte en mi estática, en tus movimientos, en tus personajes y papeles, en mi perfeccionismo, en desnudarnos, hay arte.

Hallarte entre las olas blancas.

Hay arte en tu cansancio.

Hallarme en la imperdonable vigilia de una mala noche y derrumbarme en vos, tirarme encima, cubrirte como el Vesubio, quedarme... dormido. 

En los principios, en el olor a lluvia, miel, primavera idiota y alérgica, hay arte.

En las despedidas, en la inminencia de una decepción, en un amor que siendo, no es. Hay arte.

Hallarte sabiendo que es pronto, derivándonos a la vida, enamorándote, en amor arte, y hay, sí, hay arte en cualquiera de las formas en las que hoy te pienso, cuando somos, cuando soy, cuando podemos ser.

Hay arte, en la geometría en la que te amo, en tus latidos cuando te toco, sangre, bronca y perdón.

Y perdón, por anticiparme a la sensación de extrañarte, a la sensación de imaginar este segmento de mundo, del mal clima en Beltrán, donde te fusionás con la furia de la multitud y el smog.

Hay arte en rendirse, en la falsa poesía, en los albores de la piedra que alguna vez latió, hay arte.

Hallarte cuando te hallé, perdiendo.

Hay arte en respirar, bien adentro.

Acaso también haya arte en darme cuenta que ya no hay arte entre los dos.

No hay arte en vos.
No hallarte en vos.
No hallarme.

Acaso chau, y gracias.





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