Si está y no está.
Superfluo mundo el que hoy pensás mientras te engrasás los labios con ese rojo destructor que tiñe tu anular. A medida que tus pulsaciones te llenan la saliva de gusto a hierro esparcís los colores con detenimiento, abrís y cerrás la boca, apretás los labios. Sabés qué tan frágil te encuentran las noches de estos últimos meses pero aún así no te importa. Hoy vas con el trémulo saber del asesino, dispuesta a todo por un poco de conmiseración salvaje. Pero las horas pasan y aunque son muchos kilómetros los que has dejado atrás y muchas pieles que el frío te ha hecho mudar el mundo no se detiene por tu presencia, por tu impacto. La noche sigue, y las almas indómitas nacen de la base castigadora e inevitable de que por las mañanas vuelven a domesticarse. Un arrebato cancerígeno sin perdón alguno que te quiebra lentamente la voluntad. Y ya es sólo ese humo multicolor el que te lleva adonde yo te espero. - Vos sos una visión patética. - ¿Querés que me vaya? - No, quedate. Pero decime qué...