Solo vos.

Templanza, que si me tengo que ir debe ser con los ojos al frente,
quizá tragando un poco de saliva e ignorando el viciado aire del silencio, 
cubriendo la existencia de austero proceder,
para ahorrar el máximo aliento,
y pisar fuerte el acelerador o correr como nunca antes.


Y si te voy a extrañar,
que sea menos ese incendio que el quedarme y dejar que me consuma esta espera idiota.

Perder el sentido, 
la inalcanzable vacuidad,
recorrer el sendero que va despellejando todo lo que no quiero ser,
que me muestre la noche dónde llora,
que el día me ame andando,
ciudades desiertas,
que pierda ese vuelo por pedir un café más,
y en la automática perplejidad asombrarme,
de las épocas que a veces chocan,
para mostrarme lo que sos,
al mismo tiempo que yo trato de no ser,
y extinguir ese miedo a la entrega,
perder otro vuelo más,
por pedirte que me des un beso,
mientras todo lo que puedo ver regresa a vos,
regresa a lo que soy, dejando de no ser,
llevándome otra vez al calendario de aquellos días,
como un capricho de las horas,
se desarman y se vuelven a construir las ganas de irme de acá.

Entonces ahí sí tomar el vuelo por fin,
ignorando el charquito que se llena en tus párpados,
pero sin hacer nada más.

Y en realidad solo vos podés decirme que me quede,
y en realidad solo entonces de verdad me quede.

Solo vos.



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