Resonancia.

Casi sin terminar, hoy el cuarto está frío, levantando tus cosas del piso. Como tu expresión cuando surcó el tiempo y se estrelló, suave pero contundente. Como todavía observando tu mirada en este páramo de sábanas y noches de insomnio. Como quien se apuró a tomar un camino, dejando todo a medias, dejando un olvido que por la noche quizá le llene a otro el pecho. ¿Cómo soy? ¿Quién me gustaría ser este día que vamos proyectados a la deriva? Como anclar el peso de mi espalda en tu boca. El peso de la derrota.

Intenté que no te dieras cuenta lo pesimista que fui cuando esta mañana el tren a Lucerna se adelantó siete minutos, y vos dormiste sobre mi hombro el resto del tiempo.

Como quien escapa de lo que anida tan dentro, el continuo sinsentido de descender a tu encuentro y ser calma. Después subir al tiempo que vos llegás y cómo miente, con sus jueguitos de noche que los trae bajo la insignia de hacerse el boludo pero alcanzando a ver todo.

Así vi como el alfarero te construía, a veces te daba forma y otras veces te dejaba hecho una bola de nada, aburridísima alimaña movida por la bronca y la alegría momentánea de olvidarte con un blend. Claustro de tiempo inextensible, amar sin desechar la esperanza de un alma o dos que son tuyas y mías.

La sonrisa más increíble, la vida tan pegada, los ojos más azules, la mirada más oscura.

Decime que todavía falta mucho para llegar.

Decime.

Vos decime... que no esperás la rabia de hoy para verificar que el silencio grita.

El silencio de esta condenada monotonía que es tu ausencia.

Somos estos marginados del fin del mundo, o así me siento, así te siento. ¿Cuánto más? Si alguna vez me vas a dar la identidad para al menos poder adivinarte casi de sorpresa. Somos iguales, nada más que vos odiás y yo clasifico. Las cosas no son simultáneamente ésto y lo opuesto.

Si pudiera entender tus razones quizá esta vez el café lo pagaría yo, y así alguien giraría la cuchara en el sentido contrario del remolino al que nos hemos acostumbrado, virando la verdad que cure esta inercia. Pero nuevamente regresa la palabra cuando hay tanto para decir y tan poco tiempo.

Ya se va, ya arrancó, ya está llegando.

Es ahora.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Argia.

Son horas.