Planeta.
Yo no sé si he crecido, no sé si ha crecido este planeta adentro mío tan distinto al que fue alguna vez. Está pegado el planisferio en la pared de mi cuarto y está marcada en verde la ubicación exacta donde me vi a mí mismo y entendí el asombro de las horas, la adrenalina dulce en la garganta y la orquesta del tiempo. Se hace fuerte Carfax, casi tan real como vos. Ímpetu poligonal de las tantas direcciones sobre una misma calle emparchada y vieja. Los scons y el cream tea, lábiles tardes atenuadas fuera del nido. Las aventuras de los adoquines y el punting, maldito punting, encallado en un barro del fondo, soltando burbujas marrones. Riendo las futilidades, siempre acordes a la diligencia de la juventud. El silencio de un café cargado, verdugo del frío y de las palabras que a nadie le cambian la vida pero taponan las urbanizadas esquinas del hartazgo. Los cheers del bus driver y Ben's Cookies. Los topless de las ladies con sus pechos persiguiendo austeros rayos de sol. Las escupida...