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Mostrando entradas de octubre, 2014

Hay relojes.

Camino, hay relojes. Canto, hay relojes. Corro las cortinas, hay relojes. Me miro en la cerámica que distorsiona, hay relojes. Cierro los ojos, hay relojes. La eternidad acunada del péndulo en el cuadrante que viaja de Bahía Blanca a Temuco, pero en el micromundo del tiempo que va, que viene, va, viene, va, viene. Constante, hasta morir. Y aún ya muerto el inquilino, el que se hamaca sigue abanicando en soledad, terco, viendo como los días secan el algarrobo y le dejan el tiñe naranja tradicional. Pero volviendo a esto de cerrar los ojos y ver relojes, escucharlos masticar hambrientos, como si fueran el telón orquestal de una vida.  Vivimos entre relojes, y vivimos todo lo que ellos imperan. Por cada persona que nace a cada segundo se fabrica el doble de relojes, y sí, qué locura pensar que vamos a tener que mudarnos a otro planeta por quedarnos sin espacio. Una verdadera invasión... ¡DE RELOJES!

Quisiera.

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Si te vas a desarmar así, esperá que ponga mis brazos en tu cintura y trate de juntar las piezas. Las miradas en los extremos de un puente milimétrico y el río tibio, por debajo, a cada respiración un cauce mayor hasta casi ahogarnos de aliento. Qué tanto me dicen tus ojos esta noche, que nunca los vi tan lunares, pero hablando más que tu boca y acaso más honestos. Quisiera veas el mundo de la forma en la que yo lo veo hoy, tan lleno de vida, tan lleno de la emoción matinal de caminar del lado de los que la pelean. Quisiera veas el mundo para ser más increíble, vos y el mundo, amando y amando hasta morir. Quisiera me veas a mí en ese mundo. Quisiera me veas a mí en nuestro mundo, dejando de hibernar la angustia y saliendo a ser la única vos, otra vez con tu voz. Regando el jardín de gente infinito, en un viaje hacia la luz. "Extiende tus alas y encara hacia el mar, solo el cielo te acompañará, y es que no habrá un destino incierto, ni habrá distancia que pueda alejar

Supersónicanoche.

Enhebrando la mañana al sol, dirás al fin llegó pero no, cruzás al mediodía estas nubes, almenando el celeste fugaz. Y el mármol está frío querida, como apoyando la cara en un cristal, y se va empañando la piedra blanca, oh, si pudiera dibujarte la forma en la que extrañamos los hombres. Te olvidaste de patear la silla y bien reíste, la ejecución se terminó, masticando la tierra nos observó un dios, asustado dios solar que vio el fin de un hombre. ¿Cómo poder hablarte en la supersónica noche? Si ahora estás y ayer no sé, me dijeron duende buscá en tu interior, pero con las manos no se limpia la sangre, no. Nena, tu interior tan sucio hoy, que pensás que tenés y no, porque sos cerradura sin llave y no ves, la llave la tenés vos. Soy yo en dios por no ser humano, una ovación de pie me espera en el olimpo Maga, y floté, la pócima de Dionisio tiene ese efecto de emulsión. Contra la pared un beso otra vez, el refugio de la tarde con perfume de azahar, blanco