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Mostrando entradas de agosto, 2013

Tempo.

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Si quisiera invertir mi vida en ganar más tiempo, al fin y al cabo estaría comprando segundos que no voy a aprovechar. Así que dejo sobre la mesa de luz de algún cuarto de mi miseria lo que me queda de miedo. Te abro mi alma. Te abro mi mente. Destrozala. Hacé de ella lo que más te plazca o, sólo si tenés ganas, enamorate. De lo que habla la gente. De lo que te digo yo. De lo que oímos. Enamorate de nuestra música, de nuestros lugares y de los tuyos en soledad. De las tardes y las voces suaves. De los abrazos que podemos dar. Si es de querer, yo quiero. [¿Enamorarme de vos?]  Quizás encontrés en algún instante algo que nunca imaginaste buscar.

Diálogo con el coma.

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¿Qué buscás de un viaje? ¿Adónde querés llegar sin el menor sentido de ubicación? ¿Y si te perdés en el intento? ¿Y si se hace imposible volver hacia atrás? Porque dicen que es una adicción, ¿sabías? Cuando hacia adelante se acortan las distancias y el mundo ya no te asusta empieza el tormento de no tolerar amar un sólo sitio. ¿Querés caminar sin rumbo? ¿Eso es lo que buscás de tu vida? Querés caminar sin rumbo, y que nadie te obligue a regresar. Ni nada. Por eso sos tan errante. Por eso no te aferrás. Por eso dejás ir todo en el pánico escénico de exponer tu vulnerabilidad a ojos muy críticos.  ¿Me vas a decir que a los pájaros se los encierra? ¿Estás de acuerdo con eso? Solamente busco que me deje de importar. No conozco otra forma de apagar el dolor. Ni de cicatrizar heridas. Una roca, hundida debajo de un muelle descuidado, en el que una mujer vestida de bordeaux se sienta los días de sol a dibujar gaviotas. Ya llenó varios libros. Son gaviotas de grafito que dejan manchas e

CODEX.

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Mis anhelos se han remitido a ver la sal secándose en mi piel. A verte a vos cada tanto entre ese límite entre la arena que se moja y los pies descalzos que tanto frío te causa la idea de sumergir. Pero la verdad es que yo hace rato me sumergí, cuando te diste vuelta a mirar las piedras de la costa y mis ganas de escapar y gritar fueron incontenibles. Me estoy deshaciendo así con las olas. Vos llorabas, pero no por que pensaras en mí. Si no por que no podías con la idea de estar sola nuevamente. Siempre eras vos, nunca otro más. Nunca hubo un yo, sino una extensión tuya que aprendiste a amarrar. Como si yo pudiera darte alguna seguridad. Como si yo todavía supiera de qué manera llegar a vos por encima de tus expectativas. ¿Tanto esperaste de mí siempre? Perdón, quise decir de vos. Por que vuelvo a la premisa de que vos sos yo, en cierto modo, pero yo nunca puedo ser vos. Por que sos única. Sí, única. Un espécimen perfecto para el sol, para la brisa, para el mar, para las hojas y las fr

Las luces.

-¿Quién me da la certeza de que mañana será igual? - No puedo darte eso. Nadie puede. - Entonces prefiero que todo se quede así. Ni siquiera me interesa saber de qué lado cayó la moneda. - ¿Por qué mezclás el azar con lo que está hecho para ser?  - Por que todo es relativo. Nada está hecho para ser realmente. No hay un ser en las cosas, ni en la gente. Todos cambian algo en sus vidas a cada momento. En el mismo instante que se toman decisiones se rechazan oportunidades. Nada ni nadie te da la certeza de que a fin de cuentas, debió ser así. - ¿Y qué pretendés? Por que en este mar de cambios, propósitos tenés que tener. - Solamente quiero sentarme acá, sentir el viento, ver las primeras estrellas aparecer. Ésta es mi hora favorita del día, ¿lo sabías? Ni la mañana, ni la tarde. El anochecer. - ¿Por qué? - Supongo que es una materialización de lo que termina, pero que en realidad no termina, por que uno sabe que si espera un rato el sol vuelve a salir. Es la esperanza que queda de

Escalas.

- Sí, todo converge en vos: lo que soy, lo que siempre fui y lo que pienso ser. ¿Quién soy? Éste hombre de mil voces buscando la suya. ¿Entenderías entonces por qué encontrarme sería caótico? Tendrías que divagar entre millones de moldes de palabras, para llegar a algún sitio en el que, con certeza, no estaré. Mejor no hablar de ciertas cosas, y dejar que se las lleve el tiempo despacio, como si no hubieran pasado jamás. Por que aprendimos que así los dolores se vuelven virtuales.  - Me hablás de huir, huís todo el tiempo. ¿Por qué no me mirás? Aunque no lo quieras ver acá estoy. Por que todos los caminos me llevan a tus pensamientos.  - Ordenalos por mí. - ¿Vos estás loco? Yo no puedo ordenarte nada. Ese es tu problema. Dejás que los demás ordenen todo. ¿Por qué tanta devoción a las cosas que nunca perduran? - Por que uno no pierde la fe. - ¿No has aprendido de las decepciones? - Uno siempre espera que sea la última. - Pero no parás de sorprenderte, ¿O no? - No.  - L

Abandon (arte).

Cambió de riel. Después aumentó la velocidad, no gradualmente como se acostumbra, sino en seco, tanto que sentí cómo todo en mí se pegaba a mis costillas. Pero eso sólo duró unos instantes, después todo volvió a su lugar. Mi anatomía decantaba y me daba lugar a volverme a meter en mi cabeza de nuevo, a pesar de que me negaba a hacerlo. Ya he pasado muchos viajes en metro ahí encerrado.  A lo mejor, en una de esas, me la encontraba acá mismo. Nunca se sabe cuando se trata de ella. Ese era el lema inefable de mi vida. Pero esta mañana me levanté con una idea estúpida y necesitaba abandonarla ahí donde se había originado. Es que hay una fuerza mayor que me impulsa siempre adonde estás vos, aunque en verdad no estés ahí. "El sol se tornaba naranja y sus ocres rayos escapaban de los lindes de la montaña que se alzaba en el horizonte de la ciudad. Su mano estaba caliente a pesar de que el otoño tenía ese aire que parecía filtrado de una lámina de hielo y que se refugiaba en los p

Algarabía.

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...Y no me hables del amor sin antes hablarme de adicciones y añoranzas... http://www.youtube.com/watch?v=0KsePLeLn0U

Cartas Vacías.

Todavía me puedo acordar, y reírme cada vez que me acuerdo, reírme de el calor que se genera. Aunque me acuerde demasiado de noches al azar. Y yo venía enredado en mis sombras. Y sólo te bastó con pasarme un trago fuerte y un narcótico de esos que sólo vos conocías. Todo lo demás fue sucediéndose en un una gama fuertemente colorida de luces, humo, gotas de sudor que cuando caían reflejaban brazos en el aire, moviéndose como serpientes indecisas. Una música que sólo hacía golpear mi mente a los costados de mi cráneo. Era confuso. Estabas confusa. Eras una mancha. Pero me reía mejor que nunca, y vos movías el pelo frenética. Recuerdo que te me pegaste, centenares de veces. Bajabas mucho más allá de mi horizonte de visión, pero de todos modos sentía tu espalda y tus piernas subiendo y bajando. Y yo me arqueaba. Sonaba una canción que te gustaba mucho. Muchísimo en verdad. Estabas sumida en una locura incomprensible. Pero yo hacía rato había dejado de tratar de entenderte. Pasaste varias v

Otra de mí.

En muy pocas ocasiones he escrito de mí, y no sé hasta qué punto dolerá hacerlo más de lo que duele de por sí. Pero la noche me agarró desprevenido. Y así como se está yendo el invierno (que por cierto, fue patético) también se me está yendo la paciencia. Quizás lo mejor sea asimilar las cosas de las que uno rehuye hasta que ya no se puede disfrazar más, y dar verdades que uno promete llevarlas consigo siempre. Y mi verdad, es una, y es que los años han pasado y el mundo se me ha hecho cada vez más inmenso, las distancias kilométricamente más largas, la carga de levantarme siempre del fondo más pesada, y la misma distancia que me separa de todo me llena de soledad. Sí, mi verdad es que me siento solo. Malparidamente solo. Tan solo que me imagino como un eco en una sala vacía, sin gente, con butacas tan vacías como yo. Esperando que alguien se interese por casualidad en lo que tengo para exponer, u ofrecer, o simplemente para quedarse a mi lado y observar la nada. Pero una vez más las m

Mandoble.

Correr no. Si ya estás volando. ¿Para qué corrés? Te escapás de las luces. Te tapas con el humo. Te prendés un cigarrillo. Partículas sonoras de colores fugaces tintinean en el aire. Mientras descendés. O ascendés. Ya nadie sabe. Pero todos quieren saber. Y no paran. No paran. Después querés que te escuche. Pero no te escucha. Por que también está en el mismo lugar que vos, pero a miles de kilómetros. En las calles la gente camina con ojos vacíos. Y uñas largas. Y te da miedo. Pero yo sólo sé que ellos te temen más. Por lo que de un modo te admiran. Esa obsesión maníaca de alabar lo que más temés. Y toda tu vida ha sido así. Una imagen desteñida con el sol. Embellecida cuando el alcohol está diluido en la sangre. O quizás algo más. O mejor aún cuando la ves a través de ojos que no son tuyos. Por que, ¿Dónde estás realmente? No exististe jamás por tu cuenta. Siempre fuiste armándote con lo remanente de las personas. Con lo que iban dejando bajo las almohadas cuando

Siempre que tus ojos sean un aeropuerto.

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Vos sabés tantas cosas, pero al mismo tiempo te cansás de todo. Vos no ves. Ni te sentís culpable. O si ves, pero no te importa. ¿Podés vivir de otra forma? ¿Conocés algo más que eso? ¿Pensás alguna vez en el alcance de tus palabras?  Al fin y al cabo no es mi nada, y descanso ahí. A veces. Si es que no me ponés algún blues metálico en el camino. Igual no querría ir, pero es algo mío eso. Un paupérrimo intento de salvación. Pero acá nadie se salva, ¿o me equivoco? Vos me lo dijiste tantas veces y yo sólo miraba a un costado. Y traté, te juro que traté.  Ese momento llegó. Y aunque era mi gran secreto lo pude balbucear. Uno nunca sabe mirar sin antes tocar fondo.  Me lancé hacia atrás pensando que ibas a estar ahí, con las manos abiertas. Que ibas a negociar sólo unos pocos segundos de tu tiempo para sostenerme. Y cerré los ojos. Me acuerdo que también cerré los ojos. Pero vos ya no estabas ahí detrás. Y mientras caía lentamente pensaba en lo que dolería.